El Casco Viejo de Pamplona acogía un montón de especies animales, ratones, palomas, gatos, perros, toda clase de especies exóticas y personas.

Pero entre todos esos animales había un pajarico que tenía un canto maravilloso, un canto muy especial que lo distinguía de todos los demás seres.

Este pajarico tenía una peculiaridad, cantaba sobre todo al atardecer, con la caída del sol,y también por la noche con la luz de la luna. Se le podía oír en muchos lugares del Casco Viejo, pero tenía su nido en la plaza Navarrería, junto a la fuente.

Era tan especial y querido en el barrio porque en los momentos más especiales de celebración cantaba con más fuerza, acompañando la alegría de la gente en Carnavales, en el Día del Casco Viejo, en San Fermín txiki y acompañando al Olentzero.

Su canto atraía un montón de gente, y todos quedaban maravillados, poco a poco fueron acudiendo pajaricos de diferentes colores y cantos también, y que en esos días tan especiales sonaba una melodía que daba alegría y ambientaban las calles.

Pero poco a poco estos pajaricos comenzaron a cantar todas las tardes y esas melodías que en esos días especiales eran tan amables y acompañaban a la gente, se fueron convirtiendo en una ruidosa y molesta compañía para esos vecinos que tan felices eran escuchando ese canto tan especial del pajarico que anidaba en la fuente.

A ellos y ellas les gustaría seguir viendo a todos estos pajaricos, pero a la vez poder dormir y disfrutar de sus casas sin tener que cerrar sus ventanas, contraventanas, bajar persianas, etcétera.

Piensa bien, ¿qué quieres ser, un pajarico con un canto especial o una molesta bandada?