El pasado martes 31 de marzo el Consejo de Ministras y Ministros del Gobierno de España aprobó medidas urgentes destinadas a las víctimas de violencia machista durante el Estado de Alarma debido a la pandemia de coronavirus.

Y es que una pandemia como esta, que obliga al confinamiento, está siendo, y será, devastadora para muchas personas, pero especialmente para las mujeres que sufren violencia machista, pues muchas se ven obligadas a estar con sus agresores las 24 horas del día, lo que implica que probablemente aumente la violencia contra ellas, y también que tengan muchísimo más difícil escapar de la situación de violencia, pues les costará mucho más llamar, por ejemplo, al 016 para denunciar, ya que estarán vigiladas las 24 horas del día.

Por eso son necesarias esas medidas urgentes. Pero es que, además, las medidas se amplían y no solo irán destinadas a las mujeres que sufren violencia de género, según la definición de la Ley 1/2004 de Violencia de Género, sino que, aplicando el Pacto de Estado contra la Violencia Machista, estas medidas y recursos incluyen también a las víctimas de otros tipos de violencia, como la mutilación genital femenina, o la trata y la explotación sexual.

Es un avance, y un avance importante, sin embargo, vemos con desolación como, una vez más, quedan fuera las mujeres en situación de prostitución de todos los recursos dirigidos a las víctimas de violencia machista. Quedan fuera porque no se las menciona, no se las visibiliza y porque no es lo mismo trata y explotación sexual que prostitución. Son figuras jurídicas distintas.

Todas sabemos que la trata con fines de explotación sexual indica que existe un prevalimiento de una situación de poder, conseguida mediante la fuerza, la coacción, las amenazas, o el aprovecharse de una situación de vulnerabilidad (Protocolo de Palermo, 2000) con el fin de obtener beneficios económicos o de otro tipo de la explotación sexual de otra persona.

La explotación sexual también implica que exista un tercero que se lucre de una mujer prostituida.

Pero, ambas cosas son muy difíciles de demostrar, para muestra las pocas identificaciones de víctimas de trata y de condenas por explotación sexual en los últimos años en el Estado español.

Y sabemos que existen muchas mujeres prostituidas, ¿es que están todas "voluntariamente", es que estamos hablando de "prostitución voluntaria", como algunas personas lo denominan? . No, y rotundamente, no. NO existe la prostitución "voluntaria", existe la violencia, existe la explotación. Las mujeres prostituidas por puteros y proxenetas son víctimas de violencia machista, incluso con su "consentimiento", como dice la Ley Foral 14/2015 para actuar contra la violencia hacia las mujeres; porque sabemos que el "consentimiento" dado en circunstancias de vulnerabilidad es un consentimiento no válido, viciado.

¿Qué está pasando con estas mujeres prostituidas en este tiempo de confinamiento obligado? ¿Hay alguna administración que se esté ocupando de ellas? Pues no, otra vez la respuesta es negativa, como hemos visto, quedan fuera de las medidas urgentes del Gobierno, y también de la atención de las administraciones autonómicas y locales.

Algunas ONG´s, como APRAMP, Médicos del Mundo, o la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres, nos han hecho saber a través de numerosos artículos en la prensa, la situación de desamparo en la que se encuentran estas mujeres. Han cerrado la mayoría de los clubes, aunque muchos pisos siguen abiertos, y ellas son obligadas por los proxenetas a seguir siendo prostituidas para pagar la deuda, y si no pueden hacerlo, la deuda continúa aumentando. No tienen ingresos, en muchas ocasiones no tienen ni casa, y tienen que mantenerse ellas y a sus familias, y no se está dando respuesta a sus necesidades. Siguen condenadas a la invisibilidad, a la explotación, y su vulnerabilidad aumenta exponencialmente, si son prostituidas porque pueden infectarse y estar sometidas a mayor violencia por parte de los puteros, si no lo son, porque no tienen absolutamente nada.

Y tiene que haber una solución, y la hay. La solución pasa por visibilizar esta situación y aportar medidas concretas encaminadas a la abolición definitiva del sistema prostitucional. No podemos permitir que las mujeres prostituidas se conviertan en "mercancías desechables" para la sociedad. Tenemos una deuda con ellas y no podemos dejarlas atrás.

Rosa Cobo Bedia, socióloga de la Universidad de A Coruña, decía hace poco en un artículo ("Pornografía y prostitución en cuarentena", publicado en El País) que "las mujeres que están en situación de prostitución merecen reapropiarse de sus cuerpos y de sus vidas. Merecen librarse de los puteros que solo persiguen su placer y poder. No existe el trabajo sexual, existe la expropiación de cuerpos que la sociedad patriarcal designa como vidas y cuerpos que no importan".

Por eso, desde la Plataforma Navarra de Mujeres por la Abolición de la Prostitución proponemos la inmediata consideración de la prostitución como forma de violencia machista y el diseño e implementación de políticas públicas destinadas a las mujeres en situación de prostitución, que se concretarían en diversas acciones:

- Cerrar del todo los prostíbulos, en los que las mujeres prostituidas se encuentran encerradas con sus agresores, los proxenetas, y se podrían ver expuestas a tener que "atender" a los puteros. Y especial atención a los pisos en los que pueda haber mujeres prostituidas.

- Elaborar y poner en marcha políticas públicas destinadas específicamente a las mujeres prostituidas, que vayan dirigidas, en estos momentos, a cubrir sus necesidades básicas, y también preparadas para satisfacer necesidades estratégicas. Esto es, políticas públicas claramente abolicionistas.

- Multas a los puteros que sean encontrados en clubes, pisos y calles.

- Políticas claras y firmes contra el proxenetismo.

- Y apoyo, mucho apoyo, a las mujeres prostituidas y visibilizar su situación real en medios de comunicación, en nuestras conversaciones, en todos los lugares.

No dejarlas de lado, no olvidarlas, las mujeres y sus vidas SI NOS IMPORTAN.