Me gustaría plasmar en estos trazos que intentan ser un relato, los sentimientos que viví y que, quizás ahora sin humo, pueda describir.

Soy un catato y modorro (así nos llaman a los de San Martín de Unx) al que afortunadamente dejó pasar un foral la mañana del domingo para poder ayudar en el incendio. En primer lugar, le quiero dar las gracias ya que otros no tuvieron mi suerte. Supo ver en mis ojos llorosos las ganas de entrar al infierno, ¡ésa es la palabra!, para coger el tractor o la manguera y ayudar a las órdenes de los profesionales.

El desalojo del pueblo fue todo un acierto, ¡eso no hay que dudarlo!, pero en este tipo de pueblos con difíciles accesos, es muy útil que haya gente, no demasiada, para indiciar y acompañar a los bomberos y ganar unos minutos, a veces cruciales, entre las calles, pajares, corrales y recovecos donde hemos jugado desde niños a polis y a cacos o a las botellas de churriar, etcétera.

Los bomberos. Estuve al inicio de la mañana con la brigada de Bilbao intentando que no pasara el fuego la carretera y protegiendo la Bodega Beramendi, después en los alrededores de la residencia, luego apagando el fuego ya en las casas del Samper, y a la tarde noche en la zona de la piscina con los bomberos del Ayuntamiento de Donosti. ¿Qué puedo decir de todos ellos? Oskar, César, Carlos, Aitor González, Iompe y otros… Putos héroes. Perdonadme la expresión pero no encuentro otra. Recuerdo cuando les llevaba las botellas de Aquarius del frigo de la casa que salvaron junto a la piscina y me respondían con un eskerrik asko y una sonrisa. ¡Se me saltan las lágrimas!. Uno de ellos me comentó que estaba de vacaciones pero que… “tenía que venir…”. Otro, enfadado y bravucón, me decía que esa noche “les obligaban a volver”, que llevaban dos días casi sin dormir, pero que estaba aún con fuerzas.

Reflexión: pensemos dos veces cuando alguien dice: “cómo viven los bomberos”. ¡Por favor!

Los agricultores. Yo vi a los Tanco de Olite, Zapato Velóz de Tafalla y Esteban Ayerra hacer una gran labor con sus tractores y aperos… una ayuda esencial para los bomberos. Comprobé que Tanco en su labor altruista rompió un hidráulico y un rodillo de su tractor. Creo que es necesario al menos mencionar sus nombres.

Ayer a la tarde y noche, Esteban seguía haciendo cortafuegos intentado salvar el paraje y la ermita que le vio nacer y que tantas canciones, con mucho afán, le ha escuchado.

Otra reflexión, o mejor súplica: El riesgo que corrieron estos agricultores, las roturas que nadie les va a pagar (espero que me equivoque) y los depósitos de gasóleo de 400 litros que han gastado sea reconocido por la ciudadanía en general y grupos ecologistas en particular. Y si no es reconocida, por lo menos que no se banalice y criminalice a los agricultores como anti-ecologistas. Porque ¡son los que realmente aman la Tierra!

Y, por último, no os quiero aburrir con mis sentimientos, entre fuego y fuego, y aguantando las ganas de llorar, me acordaba de mis antepasados, mi padres, abuelos y anteriores. Sentí que a pesar de que ellos no tenían estudios y yo sí, fueron más listos, hacían las cosas mejor que nosotros y supieron proteger San Martín de Unx como yo no he podido.

Pido disculpas a bomberos y agricultores que no he mencionado, pero he querido ceñirme a lo que yo vi y viví que, evidentemente, es una parte muy pequeña de lo que ocurrió.

Y a ti, el foral que me dejo pasar, ¡¡¡Gracias y mil gracias!!!

El autor es vecino de San Martín de Unx