Al albur del auge los movimientos políticos de extrema derecha en Europa y en el conjunto del mundo he releído la colección de ensayos de Tzvetan Todorov sobre los totalitarismos en el siglo XX titulada La experiencia totalitaria. Los leí por primera vez hace ya unos 10 años y ya entonces sus reflexiones me trasladaron un toque de atención sobre lo que podía acabar ocurriendo y que hora está ocurriendo. En estos nueve ensayos -es lo único que he leído de este pensador búlgaro fallecido en París el pasado año- Todorov advertía de la amenaza del siglo XXI, la imposición de un modelo político y económico ultraliberal que presentaría, a su juicio, rasgos comunes a los que se utilizaron para edificar el estalinismo y los fascismos. “Estamos amenazados por una concentración de poder y por la limitación del bien común”, reflexionaba en la introducción, y denunciaba con contundencia al entonces emergente pensamiento neoconservador, que se sustenta al igual que otros modelos totalitarios en la división maniquea de la sociedad “si no compartes las posiciones económicas te señalan como un peligroso revolucionario”, y en el poder mesiánico, “como si el mercado, al igual que Dios, no pudiera equivocarse” y en los populismos xenófobos que expanden “el miedo al extranjero y al pobre”. Según este filósofo, los tres enemigos reales e internos de la democracia. Todorov aborda muchas otras cuestiones -entre ellas, la involución, entonces aún incipiente, del proyecto europeo hacia viejas posiciones fascistas en inmigración- e insiste en especial en que el mercantilismo corrupto y especulador no será solución a los problemas sociales y económicos. Al contrario, será la causa principal de otra crisis más grave si los gobiernos democráticos no se imponen a foros todopoderosos como el FMI, el gobierno que ha impuesto el imperativo económico en el mundo, cuyos miembros no son elegidos democráticamente. Han pasado 10 años de aquella lectura y aquellas reflexiones leídas ahora se han convertido hoy en una triste y negra realidad. Otro pensador visionario que advirtió de lo que venía aunque nadie hizo nada para evitarlo.