Cuando los partidos políticos abordan las convocatorias electorales optando por ocultar sus intenciones verdaderas ponen en evidencia sus propias debilidades. Esparza llevó ayer a UPN a dar un paso en este sentido hacia el suicidio político: aprobó concurrir en coalición con el PP a las elecciones generales del 28-A, una alianza electoral que practican desde 1991. Pero además en ese mismo acuerdo llevan las siglas de UPN junto a las del PP -el único partido condenado en los tribunales por corrupción- también a los comicios forales y municipales del 26-M, un paso que no daba desde hace años y que evidencia la debilidad de ambos partidos. A Esparza le dan pánico Ciudadanos, otro inmenso mar de contradicciones con Pérez-Nievas de candidato, y la llegada de Vox. Y más pánico aún su falta de carisma como candidato. Lo dicen en UPN. Justo castigo a la pésima política de oposición que ha hecho estos cuatro años, sometida antes al extremismo más ultra que los intereses de los navarros y navarras. En realidad, la decisión de Esparza está bien para Navarra. Ya no puede haber dudas. Se acaba con una falsa imagen de disimulada política con simbología supuestamente foralista. De hecho, se alinea con quienes impulsan una recentralización política antiforalista y contraria a los intereses de Navarra. Es una decisión que únicamente muestra su debilidad política y sus temores. Terminar firmando una alianza con el PP, partido ya condenado por corrupción, lo dice todo. Y, sobre todo, pone blanco sobre negro su apuesta por el frente derechista y ultra que trata de hacerse con el poder en el conjunto del Estado, Navarra incluida. Quizá UPN ha caído en la misma trampa que otras formaciones de derechas regionales antes hacia el abrazo del oso definitivo. Lo que en Madrid se definía como acabar con estos champiñones de provincias. Y por si acaso, Sanz se escaqueó de la foto final. Por ello sorprende aún la sosa normalidad con la que el PSN asume ese papel de segundón prescindible. De comparsa en este juego del frentismo derechista. Le humilla Ciudadanos vetando al PSOE en Madrid y le exige el voto en Navarra. O le humilla UPN. La contradicción sonrojante de vetar al PP para los acuerdos postelectorales mientras mantiene la vía de UPN como si uno y otro no fueran dos siglas del mismo frente conservador, autoritario y reaccionario. Nadie ignora que UPN y PP mantienen una alianza electoral, política y estratégica común desde hace casi 30 años y que acaban de escenificar de nuevo en la marcha del frente derechista y ultra contra Sánchez en Madrid y ahora en las listas electorales de abril y mayo. Que Chivite siga empeñada en intentar ocultar esa realidad política es sólo una muestra más de la debilidad política que ella misma otorga al PSN. O eso o que los partidos, poderes y beneficiados del viejo régimen siguen tomando por tontos a los navarros y navarras y al PSN como un tonto útil. Intentan volver a vender gato por liebre. Si ante todos estos despropósitos, las fuerzas del cambio político y social en Navarra no se capaces de acertar con sus propuestas y revalidar una mayoría, a silbar a la vía.