Tras las masivas manifestaciones del 8-M que recorrieron el mundo el pasado año quedó una pregunta en el aire, ¿y ahora qué? Ha transcurrido un año y el movimiento feminista y las asociaciones en defensa de los derechos de la mujer han mantenido vivo el discurso y la bandera de la igualdad. Es innegable que el 8-M de 2018 abrió un nuevo tiempo, generó un antes y un después que ha tenido continuidad y que afronta un nueva jornada de reivindicación, movilizaciones y huelga. Transcurra como transcurra la jornada de huelga convocada de este Día Internacional de la Mujer, la propuesta lanzada por colectivos feministas, instituciones, asociaciones y sindicatos ya ha sido un éxito. Nunca en los últimos años se ha hablado tanto del 8-M ni se había debatido tanto sobre la situación real de desigualdad de las mujeres. Ese éxito es ya innegable. La brecha salarial, la necesidad de seguir luchando por la igualdad real de oportunidades, la violencia machista, el acoso laboral o las trabas profesionales por parte de unos hombres temerosos de su capacidad y creciente influencia social y laboral están marcando el intercambio de ideas y propuestas las últimas semanas, con un impulso creciente entre las mujeres más jóvenes. Es cierto que ha generado también una reacción en sentido contrario: el impulso político y mediático a un nuevo discurso machista, un neomachismo que se presenta disfrazado bajo diferentes apariencias, pero que busca lo mismo de siempre: el sometimiento de la mujer. Llegan tarde. Más aún, la reivindicación de derechos, la denuncia de las desigualdades, tienen un profundo sentido democrático, porque la igualdad social no avanza al ritmo necesario. Es necesario insistir para facilitar que se abra paso esta nueva era de la que algunos parecen no haberse dado cuenta o si lo han hecho se resisten a entrar en este nuevo tiempo. La lucha por la igualdad de derechos y de oportunidades será siempre una lucha de las mujeres y de los hombres. Y estos días a los hombres nos toca leer lo que escriben, escuchar lo que dicen, conocer lo que investigan y piensan y observar lo que hacen las mujeres. Ahí, en ellas mismas, en sus ideas, reclamaciones, propuestas, logros y aportaciones está el fondo real de este imparable cambio social en marcha. No es el mundo al revés que temen los sectores reaccionarios, conservadores y autoritario. Es el mundo real de este siglo XXI.