Pertenezco a esa generación para la cual el 1º de Mayo era una fecha simbólica del calendario anual, emblemática en las reivindicaciones históricas de la conquista de mejoras sociales y derechos laborales y también de las libertades políticas y los avances democráticos. Porque a todo ello ha contribuido el movimiento sindical. Y ahora observo como todo ello ha ido perdiendo fuerza y, sobre todo, influencia entre las nuevas generaciones. La división de las estrategias y los intereses de las diferentes organizaciones sindicales se ha hecho endémica. Hace apenas una semana ni siquiera se pusieron de acuerdo sobre la cifra de accidentes en Navarra que ha costado la falta de seguridad en el trabajo. Es solo un ejemplo, como la división ya tradicional de las manifestaciones sindicales del 1º de Mayo. Quizá tenga que ver todo ello también con la confusión interesada de los mensajes que se lanzan a la opinión pública sobre la marcha de la economía. Pendulan entre los avisos de nuevos y grandes nubarrones y una tercera fase de la actual crisis un día a la tranquilidad de las expectativas de crecimiento y de empleo la semana siguiente. Es evidente que la dinámica del miedo es un bálsamo perfecto para imponer recortes de derechos sociales y laborales y para minorizar los criterios humanistas del diseño original del Estado de Bienestar, que sin esa extensión planificada e interesada del temor colectivo serían imposibles. Es cierto que no tiene fácil el movimiento sindical en toda su extensión situar en frente un discurso que recupere su capacidad de influencia ideológica y política en la sociedad y de su histórica reivindicación del control democrático de la economía. Parecen cosas del pasado y no lo son en realidad. Son el presente laboral de precariedad e inestabilidad de muchas personas y familias. El 28-A también se puede interpretar como una gran movilización ciudadana en defensa de los valores y libertades democráticas y de los derechos sociales y laborales. Puede ser una oportunidad, y quizá la clave fuera, a partir de esas urnas, reconstruir un escenario de influencia real que permita otro pacto social desde la honestidad y el interés común. Pero otro 1º de Mayo lo veo lejos, mucho más lejos que la propia pugna entre los diferentes intereses sindicales. El Ibex 35, la gran Banca y las patronales siempre lo tienen más claro.