Entretanto, la violencia machista sigue aumentando su lista negra de asesinatos. Tres mujeres asesinadas por sus parejas en los últimos tres días elevan la cifra a 49 asesinadas este 2019, más que en todo el año anterior. Además, hay otros cuatro casos de mujeres fallecidas que aún están siendo investigados para confirmar si son también víctimas de la violencia machista. Admito que me sorprende la desatención política de los principales líderes ante esta dura realidad. Y eso que las elecciones del 10-N están a la vuelta de la esquina. Apenas una pequeña declaración o un frío mensaje en las redes sociales para denunciar cada asesinato. Muy poco para uno de los problemas de violencia y de convivencia más graves que arrastra el Estado español. No se puede bajar la guardia contra la desigualdad ni contra la violencia contra las mujeres. Los políticos, los medios, la ciudadanía... tenemos gran responsabilidad a la hora de sumar fuerzas para acabar con el maltrato. Pero parece que se oculta la incapacidad de afrontar con efectos reales la lucha contra la violencia machista situando el problema en un orden político secundario. Al contrario, en los últimos meses han crecido los mensajes, amplificados en los medios de comunicación que fomentan sin disimulo la información basura, que cuestionan la misma realidad de la violencia machista, cuando no señalan directamente a las mujeres víctimas y a las asociaciones que la combaten como responsables de la misma. O se han dictado sentencias sobre casos de abusos sexuales, violencia y maltrato contra las mujeres inaceptables en un sistema de justicia democrático. Un neomachismo que se presenta disfrazado bajo diferentes apariencias, pero que busca lo mismo de siempre: el sometimiento de la mujer. Son ya más de 1.000 las mujeres asesinadas desde 2003, año en que se puso en marcha este negro registro de forma oficial. A ello hay que sumar los miles de casos de agresiones físicas y psicológicas, la explotación laboral, la pobreza y la exclusión y la explotación sexual y la trata de mujeres. La violencia machista sigue siendo una de las lacras sociales más difíciles de erradicar y una de las que mas contundencia debería exigir en los programas electorales y en las medidas políticas a aplicar.