Más peligroso que el coronavirus son el racismo y la xenofobia, mensajes de odio que se convierten en una seria amenaza mundial camuflados bajo cualquier excusa, en forma de virus o de lo que sea, para acabar estigmatizando y discriminando a un colectivo. En este caso contra las personas de origen asiático tildándolas de "sospechosas". Pero no todo el mundo parece tenerlo claro a raíz de los brotes racistas que se han desencadenado contra ciudadanos chinos y asiáticos casi dos meses después de que se detectara el primer paciente con síntomas en Wuhan. Carteles en los bares prohibiéndoles la entrada, boicots a sus restaurantes y sus tiendas, trato discriminatorio en muchos lugares, obligarles a ponerse mascarilla... Nada tiene que ver todo esto con extremar las precauciones ante una enfermedad que avanza y se extiende de un país a otro fruto de la movilidad de hoy en día, por eso es necesario ser muy riguroso en las informaciones y no alarmar por encima de la realidad. Se han tenido que lanzar campañas en redes sociales para frenar las reacciones racistas y la Organización Mundial de la Salud ha alertado de una "informademia", que no es otra cosa que el daño que provoca la desinformación. Porque esa desinformación o el exceso de datos erróneos pueden ser altamente peligrosos y muy contagiosos y, sobre todo, el miedo ante lo desconocido nunca es un motivo para justificar el racismo.