penas quedan cuatro meses y sin embargo la idea de celebrar San Fermín nos resulta tan remota como el calor de los cuerpos que nos faltan, los abrazos, las comidas, las calles... Una ciudad sin mascarillas y ambulancias... con dinero en el bolsillo. Ese 6 de julio significa otra meta. Haya o no chupinazo. Es La Ilusión en este camino oscuro. Una fecha a la que hay que llegar con esperanza. Si en esta crisis se nos quedan por el camino personas que no pueden pagar su vivienda, que no tienen un salario digno para sostener a su familia o un empleo tampoco habrá fiestas aunque no haya virus. Las peñas reflexionan sobre dónde tienen que estar en este momento, van a fijar posturas y barajan cuatro propuestas: mantener las fechas, suspenderlas, agruparlas en San Fermín txikito (septiembre) o plantearse fechas alternativas (agosto, octubre)... También desde la comisión de Fiestas del Casco Viejo piden que en este posible cambio se tengan en cuenta las posibles entidades implicadas. El debate está ahí. Si me preguntan a mí, septiembre me parece la mejor opción. Juntar las fiestas grandes y las pequeñas aunque lo importante es que tengamos motivos para seguir contando la escalera. Y que podamos compartir una copa de vino en la ventana el 6 de julio. Tod@s.