a la han bautizado así, la Covidad. Me refiero a la próxima Navidad marcada por la presencia de la covid, admitiendo que el virus es el único invitado que por el momento no renuncia a estar, el que está deseando que lleguen los encuentros, dentro y fuera, y que las restricciones se abran para moverse de nuevo a sus anchas; surfear de casa en casa hasta pillar la tercera ola y llevarse otra vez todo por delante. Ojalá no lo consiga. Es extraño este diciembre que hoy estrenamos y que llega con la Navidad adelantada en forma de restricciones y recomendaciones sobre cómo deberíamos vivir las fiestas. Creo que si desde hace meses la salud tiene que estar por delante porque sin salud difícilmente se pueden recuperar otros sectores y volver a nuestra vida "normal", la situación sanitaria no cambia por que llegue la Navidad, como no debería haber cambiado con la llegada del verano, visto lo que ha pasado después. Por eso, en lugar de estar esperando a ver qué nos mandan hacer esta vez, deberíamos ser capaces de actuar desde la convicción de que está en nuestra mano protegernos y proteger a los que queremos. Reducir la soledad en estas fechas señaladas pero sin abusar de la compañía.No es tanto elegir el número de personas o el lugar donde reunirnos, sino ser conscientes de cuántas personas vulnerables tenemos en la familia o en el entorno cercano para minimizar riesgos y evitar en lo posible contagios. Vivir la Navidad poniendo la vida por delante, no la fiesta.