a incertidumbre es grande pero la esperanza es mayor. Manuel Auza, al igual que otros 150 residentes, esperan ser vacunados entre hoy y mañana en la residencia El Vergel. Serán los primeros en probar el esperado remedio con el que confían, como reconocía su hijo Mikel, poder visitarles más. Esa falta de contacto es precisamente lo que más duele a los familiares de las personas que están ingresadas, no poder pasar la tarde con ellos o ver un partido juntos. En el caso de la familia de Manuel, decidieron no llevarlo a casa esta Navidad para evitar su posterior cuarentena. “Al aita lo que más le ha pasado factura estos meses ha sido el aislamiento”, decía Mikel. A sus 87 años, asegura que antes de sufrir por culpa de este virus prefiere morir. Por eso confía en la vacuna. Han visto tanto dolor alrededor que tienen miedo a enfermar. Y aunque hay personas que todavía tienen dudas sobre su eficacia o efectos secundarios, según los estudios leves y como el resto de vacunas, hay que dar un voto de confianza a la comunidad científica y sanitaria. Algunos cuidadores dicen que es pronto para valorar resultados aunque la mayoría van a inmunizarse. Será una vacuna voluntaria y de hecho los residentes han tenido que firmar una autorización propia o de sus tutores. Será un día histórico para todas y todos aunque haya grupos que tengamos que esperar al verano. Pero no queremos volver a escuchar las sirenas de ambulancias.