iempo inestable, así amaneció ayer el primer día sin estado de alarma, con el cielo gris y la lluvia incesante. Nada que ver con el sol y el calor del día anterior. Cara y cruz en lo meteorológico, una buena metáfora de lo que puede ser esta nueva etapa en la que estamos recién llegados. Luz y sol para indicarnos el camino, que tiene que ser lento como las subidas al monte donde las caídas suelen ser en la desescalada, y nubes para recordarnos que todo puede volver a empeorar de un día para otro. Que las previsiones meteorológicas, como las epidemiológicas, son complejas: nunca se sabe cuando viene una tormenta o galerna de cepa nueva que lo altera todo. Y no estamos para muchos imprevistos, por eso en estos frágiles días de mayo hay que salir de casa con el paraguas, por si llueve. Ir protegidos por lo que pueda pasar. Que como buenos navarros y navarras tengamos en mente la idea de salir con la chaqueta en la cintura aunque marque 30 grados el termómetro, por si acaso, no vaya a ser que cambie de pronto el viento. Lo mismo con la covid. Toca seguir manteniendo medidas preventivas y protegernos. Ya no hay paraguas ajeno, ya solo nos sirve el nuestro. Pero el fin del estado de alarma esta vez no significa el fin de la pandemia, la otra vez tampoco, aunque nos lo vendieron así por intereses económicos, pero entonces no sabíamos lo que sabemos ahora, ni habíamos vivido estos duros meses.
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