l PP hay que agradecerle que el montaje de la Convención de Valencia ha dado un resultado claro y transparente sobre el proyecto que intenta liderar Casado: no hay viaje al centro alguno, sino apuesta por las posiciones más extremistas de la derecha para competir con la ultraderecha de Vox. El resumen de lo que se habló y propuso allí es fácil: más autoritarismo, más recorte de derechos y libertades democráticas, más recentralización, más reaccionarismo conservador, más inestabilidad y bronca y más privatización de los sectores públicos. Lo ha proclamado en su entusiasta soflama final el mismo Casado. Supongo que la táctica del PP es repetir la ofensiva contra Ciudadanos para absorber a sus principales cargos y tratar de recuperar sus votos ahora con Vox. Adecuar el discurso del PP a las proclamas de la ultraderecha para intentar sumar esos votos a los propios. Creo que se equivocan Casado y su equipo. Porque no sólo sitúan en el debate de la normalidad democrática a la ultraderecha, sino que además se convierten en su principal altavoz en los medios. Y ya es sabido que en ese tipo de pugnas partidistas de familia, los ciudadanos prefieren el original a la copia que pretende ser ahora Casado de Abascal. Vale la reflexión también para UPN en Navarra. Malos tiempos para la democracia española, ya muy deteriorada por la corrupción, el golpismo institucional de estructuras del propio Estado y de las grandes empresas y el deterioro de la pluralidad territorial. Valencia ha aglutinado alrededor de Casado lo más granado del pensamiento reaccionario del PP y ha ensalzado las posiciones más autoritarias de la derecha española para acercarse a Vox. Caspa pura con mucha amenaza y regresión de conquistas democráticas. Un escenario político alejado de lo que hacen los partidos de centro derecha en la mayor parte de la Europa democrática avanzada, desde Alemania a Francia, Escandinavia o Gran Bretaña. Sin olvidar que la apuesta de Casado de nuevo por la recentralización -con el mismo tufo neofranquista que ya exhibió en su momento ese camino con Aznar hace dos décadas-, mira también directamente a Navarra. Cada apuesta por la recentralización y la ruptura de los acuerdos constituciones en materia territorial ha supuesto intentos -y en ocasiones retrocesos graves-, de las capacidades de autogobierno foral de Navarra. La leña al Fuero forma parte del adn original de ese discurso político uniformizador desde hace casi dos siglos. Supongo que UPN y Esparza lo habrán escuchado como otro palo en la rueda de unos socios que son un lastre muy pesado en su mochila política en Navarra. La verdad es que no veo a Casado de presidente. Sus amenazas y anuncio de derogación de leyes que apoyan buena parte también de sus electores no creo que le beneficie. Su parte de exaltación del nacionalismo rancio español solo compite con las estridencias folclóricas de Vox y le achica todo los espacios de las alianzas más allá de la ultraderecha. Pero tengo claro que si gana unas elecciones no lo va a hacer bien. Eso es simplemente imposible. Y también que su victoria ahondaría en los muchos problemas que ya arrastra el Estado español, generará más inestabilidad institucional, social, laboral y territorial y los trasladará también a Navarra.