sta semana siguiente a la Pascua de Semana Santa ha sido un compendio concentrado de la decadencia de la democracia liberal española. Esto es, una democracia en estado de deconstrucción y un liberalismo que no es tal, sino un sistema de mangoneo y corrupción. Ahora le llamamos comisiones, pero viene a ser lo mismo. El liberalismo español de hoy es el viejo régimen de siempre. Unas elites aristocráticas, económicas, empresariales y financieras mediocres y casposas al asalto y saqueo de los recursos públicos y del bien común. Da igual en que época de la historia española se lea esto. Nepotismo familiar, amiguísimo político y solidaridad de clase privilegiada componen un modelo económico, fiscal y financiero antiliberal por definición, aunque le llamen liberal. El Estado español no tiene su semana del año sin su nuevo caso de corrupción estelar. Sin acabar de dar vueltas al escándalo del cobro de comisiones madrileñas millonarias por la venta de material sanitario inútil en los momentos más duros de la pandemia, en el que se mezclan dirigentes políticos del PP como Ayuso y Almeida, sus familiares, idiotas con título nobiliario, rentistas sin oficio y empresas que lo mismo crían cerdos en macrogranjas que exportan mascarillas a un precio desorbitado... aparece la miseria en que ha derivado el fútbol como negocio en toda su crudeza. La Liga de Tebas y Rubiales lleva años dando señales de ser un inmenso pozo de mierda y los mensajes intercambiados entre Rubiales y Piqué sobre el reparto de millones entre unos y otros por llevar la Copa a Arabia Saudí lo muestran blanco sobre negro. Se trata a los clubes como mercancía y a los que no son los dos grandes que controlan el cotarro del fútbol como mercancía de escaso valor. La dictadura saudita paga millones para blanquear sus crímenes y todos callan. No hay ni ética ni principios, solo son negocios. La Liga de Tebas y de Rubiales esta podrida. Forma parte de ese estado de corrupción permanente en que se ha instalado todo sin que nadie tenga intención alguna de hacer algo por regenerarlo. Se ha sabido también que 65 catalanistas han sido espiados ilegalmente, más un número sin determinar de personas que de una forma u otra han sido víctimas también de esa trama sin aval judicial posible. Y la respuesta oficial es mirar para otro lado, cuando no atacar a los ciudadanos a los que se han vulnerado sus derechos fundamentales. Con la subvariante del procesamiento del ex ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, por otra trama de espionaje con la mano de Villarejo, malversación de fondos públicos y las cloacas policiales que dirigió en el Gobierno de Rajoy. Y para culminar, las grandes energéticas y la gran banca presionando en Bruselas para que no se ratifique el acuerdo con el Estado español y Portugal para desligar el gas de la factura eléctrica y bajar el precio de la luz. Más de lo mismo. En apenas tres días, la política, la gestión pública, las grandes empresas que controlan servicios públicos privatizados y el fútbol desnudos en su miseria. Un desconcierto total en el que el Estado oscuro campa a sus anchas con Patente de Corso. Un sistema en el que la ética y el conocimiento se desprecian mientras se valora la desvergüenza y la impunidad contra más chabacana y grande, mejor. Para echar a correr. El problema es que no hay un donde claro.