a presidenta Chivite fija ahora la culminación de la transferencia del Tráfico a la Policía Foral en exclusiva para finales de 2025. Camino de 30 años para un traspaso que en realidad es la recuperación de una competencia histórica de Navarra que arrebató el franquismo en 1962 y que ya ha sido comprometido entre Navarra y el Estado en varias ocasiones y todas ellas han culminado en sonrojantes incumplimientos. La última vez en 2018, entre Sánchez y la entonces presidenta Uxue Barkos. La continuidad de Sánchez en Moncloa, la llegada de Chivite a la presidencia de Navarra y el amplio consenso político en favor de esta demanda -solo se ha desmarcado ahora Navarra Suma en un giro histórico de Esparza contra las posiciones tradicionales de UPN-, hacían prever una acuerdo rápido con Madrid. Así lo fueron confirmando tanto la misma Chivite como el vicepresidente Remírez y otros dirigentes socialistas del Gobierno que hablaban de cuestión de flecos y traspaso inminente. Incluso, Chivite le puso fecha definitiva para el 1 de diciembre de 2021, día que una vez más cayó del calendario sin que nadie supiera nada de la competencia y se apuntó a esta primavera como nueva fecha efectiva. Pero lo único definitivo es que Navarra no recuperará esta Legislatura la competencia histórica de Tráfico. En realidad, ya lo venía insinuando con la boca pequeña el delegado del Gobierno central en Navarra, el también socialista Luis Arasti, que no perdía oportunidad de señalar dificultades y añadir nuevas trabas. Como buen Poncio del Estado en Navarra, Arasti ejerce como virrey del centralismo de Madrid. Y lo hace con la fe de los conversos, más papista que el Papa. No es nuevo este calvario de negociaciones con el Estado en cuestiones que afectan al régimen foral de Navarra. Primero están los problemas políticos -Madrid nunca tiene intención de ampliar el autogobierno-, si se superan estos, llegan los problemas técnicos, un galimatías burocrático-jurídico que Madrid convierte en un laberinto intransitable y si finalmente se llega a la salida aparecen los problemas económicos. Va pasando el tiempo y se suceden gobiernos del PSOE o del PP, pero siempre se impone la falta de voluntad para que los compromisos se conviertan en hechos. Y no sólo en temas de calado político. Importantes infraestructuras acumulan décadas de espera. Desde el eterno trayecto de alta velocidad, más de 30 años, a como el enlace Tudela-Medinaceli o la culminación en el tramo de Aragón de la autovía del Pirineo avanzan a paso de tortuga por falta de voluntad político o falta de financiación. Es sabido que Navarra deja como botín una escasa representación política de votos y escaños para PSOE y PP y que ése es un activo clave a la ahora de cumplir sus compromisos con eficacia y celeridad, pero la transparencia con que muestran su desinterés desde el punto de vista financiero o su rechazo político desde el centralismo con los intereses generales de Navarra es insultante. En el 40 aniversario del Amejoramiento del Fuero, que cumple una efeméride más con transferencias importantes sin cumplirse y ya necesitado de una revisión social y política que lo adecue a la sociedad navarra de este siglo XXI, la tomadura de pelo de una inútil y falsa bilateralidad Navarra-Estado, solo es una pose sin eficacia real alguna, sigue.