El sol y la sombra. El bullicio estruendoso de las peñas y el sosiego alegre de los buenos aficionados. La bebida en pozales y el espumoso en vasos de cristal. Los descamisados y los uniformados. Los hiperactivos y los acomodados. Los de escandalosos lamparones y los de blanco impoluto.

Hay una gruesa línea que separa los dos hábitats de la plaza; una marca de trazo vivo que se mueve de izquierda a derecha, al ritmo de la rotación diaria. Un movimiento planetario natural que amenaza con convertirse en una tortura estos días si cuaja, como parece, la inminente ola de calor que ya azota, por segunda vez en fechas recientes, a la Península.

El sofoco provocado por las altas temperaturas será compartido en la Plaza de Toros por unos y por otros, sin distinción de localidad, pero el impacto directo de los rayos descargará en la solanera y aconseja embadurnarse de protección 50 para evitar las posibles quemaduras. Así que en la hora de la merienda, magras con tomate y crema, un receta que firmaría el nada académico cocinero David de Jorge.

En fin, primero la covid y ahora el calor desatado: nos pasamos los Sanfermines surfeando sobre las olas.