Sara es una niña palestina que ha tenido la suerte de salvar su vida y de vivir en un entorno seguro. Sufre una cardiopatía congénita que se había agravado con los bombardeos en Gaza. Es una de las quince menores con problemas de salud que fueron evacuados a nuestro país el pasado mes de junio. Una se imagina lo que pudo sufrir ese corazón de apenas cinco años de vida cuando los cohetes destrozaron en el edificio donde vivía su familia y del que rescataron a sus hermanos de los escombros. Fue atendida en el Hospital Universitario de Navarra antes de ser operada en Madrid. Alaa y sus tres hijos viven en un apartamento en Pamplona.
Desde el 7 de octubre, en la Franja han muerto más de 16.756 niños, al menos un millón han sido desplazados, 21.000 desaparecidos, 20.000 han perdido a uno o ambos progenitores y 17.000 se encuentran solos o separados de sus familias. Su padre continúa en Gaza donde los bombardeos no cesan. A apenas trece días del aniversario de los ataques de Hamás (7-10-2023) su latido nos conmueve sin que veamos luz en el futuro que le esperan a niños y niñas como ella. Lo expresó muy bien Bardem, en Donosti, al denunciar la “impunidad” del Gobierno de Israel. Un ataque que no justifica “el castigo global y masivo que está sufriendo toda la población palestina”. Todos los objetivos de la ONU destinados crear un mundo más justo y sostenible hasta 2030 retroceden en un país como Gaza que roza la hambruna y arrastra 40.000 muertos. Agendas de papel que son un cuento. ¿Donde están los planes para transformar el mundo si nadie es capaz de detener este genocidio?