En las fichas del Gobierno aparecía hace apenas seis años como uno de los 19 concejos del Valle de Yerri en la Merindad de Estella en riesgo de despoblación. Hoy la situación parece haber mejorado pero bailan en ese limbo. Pequeños pueblos a apenas 38 kilómetros de Pamplona, la mayoría desconocidos salvo los regados por el pantano de Alloz.
Ayer lunes había más vidilla de la que se podría esperar de entrada en Zábal. La que dan cada día los veteranos del pueblo terminando de recoger algún pimiento en sus huertas o repasando las noticias en la sociedad pero también nuevos moradores como Valentin Kirstya que acaba de abrir un nuevo taller o la diseñadora Amaia Prieto, artesana de lámparas reutilizando el roble de bodegas de vino navarro. Edur García vino de Pamplona y Juan Mari Baraibar desde Villava. José Miguel Gorricho también ha regresado para cuidar a su madre tras quedarse viuda. Cohesión Territorial tiene en marcha varios proyectos para atraer a nuevos pobladores en diferentes localidades de la Navarra más vaciada. Todo hace falta.
Esta semana conocimos también el caso de Kattalin Barber que apostó por vivir en el Pirineo con su taller de arte floral en Aribe. Reconoce que sin apoyos institucionales y de Cederna no hubiera sido posible. Y que duda cabe que la mejor manera de atraer población es ver ejemplos en positivo de gente que vive feliz, se siente acogida y ha sido apoyada en sus proyectos. Y a las que no faltan sabios consejos cerca de nuestros mayores.