a tres años del 5º centenario de la toma del castillo de Amaiur es tiempo para la toma de decisiones y pongo a debate lo que pienso debe ser el recuerdo fundado del pasado y estímulo de ética para el futuro. Por adelantado ni reniego ni menoscabo al monolito existente desde hace 100 años, cuyos méritos han sido ensalzados por ajenos y próximos, entre los que me encuentro.

No obstante las renovaciones constituyen una ley de vida que no ata el pasado al futuro ni los opone entre sí, como ocurrió con la fotografía sobre la pintura y sigue ocurriendo con los nuevos adelantos que toman su lugar en la historia. El monolito acoge una lista incompleta de los encerrados y la labor de su defensa es más extensa puesto que también se defendió desde el exterior y se combatió posteriormente a su caída.

Opino pues que ante el 5º centenario, no podemos situar como símbolo inamovible del pasado un monolito sobre la hierba de un montículo que puede asemejar iconos sin prestigio hoy, como el Calvario o los Caídos. Desde que se erigió los años pasados muestran nuevas perspectivas. La pintura de Picasso nos mostró la tragedia, las esculturas de Oteiza el vacío en todas sus dimensiones y las investigaciones de José Miguel Barandiarán el camino futuro. Son citas a la comprensión humana del futuro para asumir la dimensionalidad de los hechos más allá de la visión directa de la obra.

El montículo donde se asienta el monolito actual no abre la mente más allá de lo que se ve, tapando la tragedia y lleva a imaginar un recuerdo triunfalista de objetivos obtenidos. Hasta aquí mi opinión. A partir de ahí, he apreciado inquietudes similares a las mías, ya que las obras llevadas a cabo han sido mayormente sobre las nuevas barbacanas hechas por los reyes de la España imperial en sus sucesivas guerras contra sus hermanados reyes franceses en los siglos XVI, XVII y posteriores. Toca pues culminarlo con la configuración del hecho en sí y sus consecuencias de destrucción y ocupación de un país.

Al presente, cualquier obra que se proyecte puede (y así creo) encontrar la oposición de los políticos por la cuestión económica, mayormente cuando los técnicos se apoyan en los permisos que ya se han dado y los costos ocurridos para negar informes positivos a la obra. Más grave aún es cuando se aduce como razón estimada para negar autorizaciones el dejarlo “para generaciones venideras?”. Visión que considero negativa ante la imprevisión de lo que nos puede deparar el futuro.

Ejemplos de oportunidades perdidas a falta de informes y voluntad como lo ocurrido con la plaza del Castillo de Pamplona o la Torre de Jauregizar de Irurita, cuando yo mismo había plasmado años antes su configuración en base a los testimonios de un juicio celebrado a tres décadas después de su destrucción. Los testigos coincidieron en cómo era la citada Torre: “sabe e vio derribar el dicho conde de Miranda la dicha casa e palacio de Jauregizar que era una torre muy fuerte de cal y canto con sus almenas de piedra bien labradas y dentro buenas obras de fustería y de mucha costa y en derribar las paredes de la barbacana y de los cubos y ande solar, todo ello hizo muy grande daño?”, tratando a las pertenencias del palacio de Mayorazgo y una de las casas principales de nobleza del Valle de Baztan, añadiendo que “era una de las doce ricas casas? en los tiempos pasados y que le llamaban el conde de Jauregizar? la dicha casa es de gran apellido del bando agramontés y de cabo de linaje de Jauregizar y tal que solo en la dicha Valle muy cerca del palacio tiene más de cincuenta o sesenta casas aficionadas y también otras casas fuera de la Valle que son aficionadas? muy buena casa o torre de cal y canto con sus almenas de piedra labradas mas sus murallas gruesas de cal y canto alreredor de dicha casa y de parte fuera de la muralla o barbacana, su foso para inundar de agua aquel y era tan fuerte que para apoderarse los enemigos de dicha casa pudieran defenderse en ella de cualquiera gente, como no trepara artillería e para ello era de mucho inconveniente?” (Esarte, Pamiela 2001). Dato publicado y conocido y con el compromiso de la Administración y Gobierno de Navarra de reedificar la Torre desde el año 2002, el paso por trámites, informes y gestiones acabaron por una reconstrucción que no guarda nada del original. La obra acabó siendo una casa residencial, cuando el dinero público para costearla era por su mérito histórico.

Para el castillo de Amaiur, existen otras opciones además de la que expongo. Su reconstrucción cabe también entre las opciones, puesto que su forma y mejoras hechas en el siglo XIV y confirmadas en el XV, las transmite Jimeno Jurío en su libro Amaiur del año 1982. Sus cualidades las confirmó Fernando el Católico, cuando exigió su entrega como uno de los tres mejores de Navarra (con el de San Juan de PP y el de Estella) para no ocupar el reino y después se luchó por él denodadamente. Lo dejo ahí, pues los técnicos del G de N mantienen que ya se ha gastado suficiente en mover tierras, cuando lo que se trata es de un permiso, más que de un presupuesto de obras.

Hoy es el día, a mi criterio, de hacer la transformación por suscripción popular y no he encontrado oposiciones a ello, además de que el ambiente es propicio y existen medios para cubrir fácilmente el gasto, dado que el costo se limitaría a desenterrar el suelo y restos de las paredes, para cuadrar la tragedia. No solo de una fortaleza que fue y sigue siendo escuela cultural del pasado de un pueblo libre con libertad cultural, social y política propia, al que sus habitantes no han renunciado al presente para tenerlo en su futuro.