Sin rodeos, paso a identificarme. Nací en Iruña a finales de 1943, en calle Mañueta. con raíces en Kaseda y Larraga y la huella del abuelo paterno cuneteado por el fascismo español un 25 de Julio de 1936, día de “Santiago y cierra España”. La reintegración familiar me llevó a Venezuela a mediados de 1961. Ejerzo el Periodismo desde 1970; seguramente 58 años de inmersión profunda y casi medio siglo de ejercicio profesional sin ataduras hayan dejado alguna pátina de conocimiento de lo que en este país haya ocurrido y está ocurriendo. Digo esto dirigido fundamentalmente a Askapena y Fundación Pakito Arriaran.

Puedo dar pruebas abundantes de una relación permanente, aunque discreta, con Euskal Herria. Probablemente sea caso único de un periodista que que haya sido citado por dos veces en los informes anuales de Amnistía Internacional por detenciones arbitrarias de los “organismos de seguridad”, léase mejor policía política. Las dos veces estuvieron impulsadas por mi condición de vasco. Una de ellas puede ser corroborada directamente por Iker Casanova, en relación con una accidentada visita suya a Caracas. Ambos conocimos., sendamente, los “tigritos” de la DISIP, la policía política de entonces.

Tengo a mucha honra haber presentado trabajos en “Punto y Hora de Euskal Herria”, haber sido corresponsal de “Egin” en Caracas y haber influido en forma independiente sobre la temática vasca en el “Diario de Caracas”.

Me resulta imposible no reaccionar ante un “artículo de opinión” con el título soflamado de “Es hora de defender la revolución bolivariana”, suscrito por Askapena y FPA. Conocí a Pakito en Caracas y durante tres o cuatro años seguidos tuve conocimiento de la presencia de Askapena en Venezuela.

Es una soflama urticante. No niego el derecho a que personas o colectivos piensen libremente, pero en honor a unos cuantos puntos compartibles, siempre es deseable que el fervor no desemboque en mendacidad o ceguera.

La primera línea de la soflama desmonta la quimera de todas las que les siguen. Llamar al teniente coronel “un militar mulato y humilde” es cierto solamente en cuanto a militar y mulato; en cuanto a humilde, nada que ver con el emporio territorial de la familia Chávez en el natal estado Barinas, o la milmillonaria fortuna que su hija, María Gabriela Chávez, maneja al alimón con Rafael Darío Ramírez Carreño, ex ministro de Petróleo y expoliador de Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA).

Otrora compañía modélica según rankings internacionales, PDVSA inició su degradación bajo pautas del propio Chávez hasta el día de hoy, convertida sin solución de continuidad bajo Nicolás Maduro Moros en una paria financiera y técnica absolutamente irrecuperable. Cuesta creer, pero la asignación de tareas de alimentación a PDVSA sólo causó un enorme aparato de corrupción, documentalmente evidenciado en un cementerio de centenares de contenedores de carga marítima llenos de? ¡comida podrida!

¿Es éste un ejemplo del “empoderamiento” al pueblo llano, el cual Askapena y FPA dan por descontado? Hay muchos otros ejemplos que podrían citarse, en los cuales, la caída sistemática de producción nacional, la asignación de divisas preferenciales, el pago de obras públicas jamás construidas o abandonadas a medio construir, contrabando de gasolina y narcotráfico controlados por militares se dan la mano. ¿De verdad es esto “empoderamiento” al pueblo llano?¿Es también “empoderamiento” al pueblo llano que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) esté presidido, en contravención expresa de la Constitución venezolana, por Mikel José Moreno Pérez, condenado por dos homicidios (1987 y 1989) y excarcelado en ambos casos por “beneficios procesales”?

Hay testimonios abundantísimos de advertencias a Chávez, alertándole de que la ruta que emprendió con PDVSA tras un fallido golpe de estado protagonizado en 2002 por Pedro Carmona Estanga, no podía concluir sino con la destrucción de la gallina de los huevos de oro. Así ha ocurrido a pesar de todo y es una tontería tanto creer que la culpa de todo la tiene la estadounidense Exxon Mobil, expropiada por Chávez, como ignorar que la rusa Rosneft y China National Petroleum Corporation (CNPC) están haciendo las cosas a sus anchas.

Es un descaro echar la culpa a un “imperialismo gringo” actualmente representado por el atrabiliario Donald John Trump, ignorando la existencia del llamado Fondo de Desarrollo Nacional (FONDEN), organismo receptor y administrador de un préstamo chino por US$ 50.000 millones a cambio de asegurarse el envío regular de petróleo venezolano. Hoy por hoy, no se conoce en qué se gastó el dinero, mientras las entregas petroleras se hacen regularmente.

Por otro lado, el FONDEN adquirió 49,99% de la entidad financiera rusa Evrofinance Mosnarbank, incidentalmente bloqueda oficialmente hace unos días por el Departamento del Tesoro estadounidense y, extraoficialmente, por numerosos bancos europeos desde hace al menos seis meses.

Entre tanto y merced a lo que para Askapena y FPA “significa multiplicar la solidaridad internacionalista”, Cuba ha estado recibiendo de Venezuela, durante largos años, 100.000 barriles de crudo diarios (actualmente rebajada a unos 60.000) que nunca pagará, gracias a martingalas como Petrocaribe. Una parte de lo despachado es procesada por la Refinería Camilo Cienfuegos, reconstruida con dinero público venezolano; se ha detectado que otra parte es vendida por el gobierno cubano, que la cobra en divisas internacionales y se las embolsilla mientras la población venezolana muere, literalmente, por carencias de alimentos y medicinas.

Los gobiernos de Beijing y Moscú se escabullen ante los urgentes llamados de Maduro por dinero fresco; su “solidaridad internacionalista” se limita a que CNPC y Rosneft se aseguren de producir lo suficiente para obtener retornos de lo invertido y allí termina todo. Solamente el gobierno de La Habana pide, pide y? sigue pidiendo.

A estas alturas, es bueno acogerse a una expresión de Askapena y FPA: “no hay lugar para la equidistancia, ni para la timidez”. Pues bien, el castrismo cubano es el gran parásito de la política y economía venezolanas, así como el controlador de los presidentes Chávez y Maduro, este último hoy en día usurpador tras la mascarada electoral del 20 de Mayo de 2018 y el vencimiento de su término el 10 de Enero de 2019, dicho esto último independientemente de si Juan Guaidó es visto o no como “títere”, pero siempre reconocido por los gobiernos de unos sesenta países distintos a Estados Unidos, que es lo que obceca a muchos.

Askapena y FPA pueden decir si es cierto o falso que el G-2 cubano controla el Servicio Nacional de Registros y Notarías (SAREN); la despiadada policía política Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN), operadora de los sótanos de tortura “LaTumba” y responsable del lanzamiento desde un décimo piso del concejal Fernando Alberto Albán Salazar; la operadora telefónica y de internet C.A. Nacional de Teléfonos de Venezuela (CANTV); el fraudulento proyecto sanitario de la Misión Barrio Adentro, devenido en otro aparato de extracción de divisas que enjugó cuentas cubanas, públicas y particulares. Pasa de 22.000 el número de espías cubanos montados sobre civiles y militares.

¿Por qué seguir soslayando la impúdica participación cubana en el actual desastre venezolano, a menos que, como “no hay lugar para la equidistancia”, se forme parte, consciente o inconscientemente, de un aparato más terrible que su inspiradora Stasi. Lamentablemente, Askapena y FPA están controlados y dirigidos desde La Habana como lo estuvo Chávez y hoy lo está Maduro.

No es difícil comprender que Askapena y FPA sientan algún rasgo de agradecimiento por el refugio que otorgó Cuba a refugiados vascos, pero sí lo es que nunca se haya censurado a Chávez por la sumisa entrega de Sebastián Etxaniz Alkorta a Madrid, en Diciembre de 2002. Tampoco es fácil asumir por qué desde la llamada “izquierda abertzale” nunca se haya querido reconocer el apoyo frontal que la directiva de Euskal Etxea de Caracas dio ante Interpol a un refugiado que estuvo en ”un tris” de correr la misma suerte de Sebas como consecuencia de manipulaciones del gobierno español.

Este mismo refugiado y una refugiada se entrevistaron en el Palacio de Miraflores con la instancia política inmediata al entonces presidente Rafael Caldera; su primer apellido es gallego y el segundo vasco, concretamente navarro. Se explicó la situación de los refugiados vascos en Venezuela, se dieron todas las garantías necesarias de lado y lado y ningún otro refugiado volvió a ser molestado, sino hasta cuando al “humilde” Chávez se le ocurrió lo contrario y puso en Madrid a Etxaniz.

“La solidaridad internacionalista desarrollada en nuestro pueblo nos ha convertido en referentes en cuanto a la solidaridad hacia Venezuela se refiere”, dicen pretenciosamente Askapena y FPA, como si la solidaridad con el sufrido pueblo venezolano fuese de su exclusiva o no pudiera tomar otras formas que la suya.

Como si en esta “hora de defender la revolución bolivariana” fuere preciso silenciar el enorme fracaso social, político y económico, no reconocer causas y responsables en Chávez-Maduro, y no admitir la evidencia de que todo implosionó antes de que el atrabiliario Trump llegase a la Casa Blanca.

Es vergonzoso que la “izquierda abertzale” haya dejado en bandeja de plata a la derechona española la vía libre para denunciar un estado de opresión y corrupción extremas, así en el fondo le interese a ésta poco o nada la justicia para los venezolanos.

Por dos veces ha tenido uno que avergonzarse. Como venezolano, pidiendo perdón porque en mi irrenunciable país de origen, Euskal Herria, algún desaprensivo de Unión del Pueblo Navarro (UPN), si es que no fue el partido mismo, hubiese utilizado la bandera venezolana en una manifestación contra el euskera (ver artículo “Pido perdón” y gráficas). Como vasco, que dos organizaciones vascas, Askapena y FP, defiendan un estado de opresión que haya contribuido, aún más que el imperialismo, a la postración de una sociedad venezolana, que vuelve a tener motivos para sacudirse del yugo.