la población extranjera residente en Navarra tiene el potencial de ayudarnos a mantener el Estado de Bienestar; y, sin embargo, se topa con una realidad de pobreza y de exclusión. No es una opinión, sino lo que arrojan los datos que se conocen sobre su actividad laboral, sus tasas de natalidad? y sus tasas de pobreza. Repasemos las cifras.

En Navarra viven hoy más de 100.000 personas con origen en otros países. Es la suma de las 94.647 migradas desde el extranjero y sus hijas e hijos, ya nacidas aquí pero con raíces fuera. Esas 100.000 personas suponen un 15,2% de nuestra población; pero son el 16,5% de las y los cotizantes a la Seguridad Social. El motivo es claro: las personas migradas a nuestra Comunidad son, de media, más jóvenes y en edad de trabajar que el conjunto de la población.

También entre las personas extranjeras hay más, proporcionalmente, en edad fértil, con lo que ayudan a un relevo generacional complicado en la sociedad envejecida que tenemos. El 32% de las mujeres que fueron madres en Navarra en 2018 habían nacido en el extranjero. Un 32% del conjunto de madres que “salen”, lo recordamos, del 15,2% del conjunto de la población. Queda claro.

Y, sin embargo? los recientes datos del Informe de Pobreza y Desigualdad, presentados por el Observatorio de la Realidad Social de Navarra, nos dicen que la población extranjera residente en Navarra presenta tasas de pobreza hasta cinco veces superiores a las de las personas autóctonas. Las personas migradas que ya tienen la nacionalidad española -es decir, que llevan más tiempo aquí, que ya están instaladas, que actúan a diario como cualquier navarra y navarro- no están en una situación mucho mejor: su tasa de pobreza triplica la de la población autóctona.

Por tanto, hablamos de una población más joven, con mayores tasas de actividad laboral, y que rejuvenece nuestra sociedad. Pero lo que podría ser aprovechado en beneficio del conjunto de Navarra se encuentra con demasiadas trabas en la lucha por la igualdad y en la lucha por labrarse un futuro y aportar al bien común.

Hablamos, por ejemplo, de la dificultad que estas personas tienen para convalidar títulos universitarios y acceder a trabajos acordes a su preparación. Hablamos también de que, por lo anterior, acaban en labores de servicio doméstico, cuidado a niños, niñas y mayores, personas dependientes, etc; y, en muchas ocasiones, en el mercado sumergido. Hablamos de que se topan en ocasiones con dificultades para que les contraten, no por falta de preparación sino por su raza o por su origen geográfico. Hablamos de que se encuentran con problemas para alquilar una vivienda, y a veces no por falta de recursos sino por los prejuicios sociales existentes. Hablamos de que esas niñas y niños nacidos en Navarra -a todos los efectos, navarros y navarras- pueden tener el estigma del color de su piel cuando vayan a la escuela; y no por parte de sus compañeras y compañeros, sino por parte de madres y padres. Hablamos, en fin, de una problemática que, como sociedad, podemos paliar.

Por ello, estamos abordando esos problemas; y desde la Dirección General de Políticas Migratorias del Gobierno de Navarra tenemos claros los pasos a seguir. Por ello, se han creado dos servicios, Karibu y Ayllu, que tratan de desbrozar la senda en medio de esa selva de estereotipos, manipulaciones y discursos de odio.

El servicio Karibu de Acogida y Acompañamiento tiene como objetivo acompañar a las personas migrantes a incorporarse lo antes posible a esa sociedad que les necesita plenas de derechos, plenas de deberes y plenas de ganas de mejorar. Es decir: fomentar que esas personas sean, lo más rápidamente, ciudadanas y ciudadanos plenos.

El servicio Ayllu de Convivencia intercultural y lucha contra el racismo y la xenofobia, por su parte, tiene como objetivo hacer nuestra sociedad más inclusiva, con menos prejuicios y estereotipos? En definitiva: una sociedad en la que una parte de la ciudadanía no ponga trabas a la otra por el simple hecho de haber nacido en lugares distintos.

Las Políticas Migratorias se descubren, así, como una necesidad tanto de crecimiento como de equidad. Crecimiento para el conjunto de la sociedad (tanto económico como en valores), e igualdad para todas las personas, que lo son independientemente de su origen. Firman este artículo: Virginia Eraso, directora del Servicio Karibu de Acogida y Acompañamiento e Idoia Carricas, directora del Servicio Ayllu de Convivencia intercultural. Departamento de Políticas Migratorias y Justicia del Gobierno de Navarra