a actual crisis sanitaria producida por la pandemia del COVID-19 parece que no tiene responsables ni culpables. Desde medios oficiosos de China, Rusia e Irán han apuntado directamente al Ejército de EEUU como el propagador del virus. Esta teoría, aunque no ha podido ser demostrada, no deja de ser factible. Que se lo pregunten si no a Cuba, que ha sufrido varios ataques de guerra biológica por parte de EEUU desde el inicio de la Revolución en 1959. Cuba, país bloqueado económicamente por su vecino del norte, que, a pesar de las circunstancias, ha practicado la solidaridad internacionalista enviando decenas de miles de médicos desde 1959 a todos los rincones del planeta, incluida, en las últimas semanas, Europa. La pequeña isla muestra nuevamente que otro mundo no solo es posible, sino que es absolutamente necesario.

El régimen capitalista, en su actual versión neoliberal, es el culpable de los efectos de la pandemia que estamos viviendo a día de hoy. Lo estamos viendo en casi todo el mundo. Especialmente paradigmático es el caso de EEUU. El sueño americano se trunca en pesadilla si no tienes los medios económicos suficientes. Pero no hace falta irse tan lejos. En Hego-Euskal Herria estamos padeciendo los resultados de políticas neoliberales aplicadas durante años por los diversos partidos que han estado en los gobiernos de Gasteiz e Iruñea. Recortes en servicios sociales, investigación, educación, sanidad€ mientras se proyectaban y construían obras faraónicas gracias a las cuales, según los casos, podíamos ahorrarnos unos minutos de viaje a costa de destruir el medio ambiente y recortar en el mal llamado gasto social; hipotecando así no solo nuestro presente, sino también nuestro futuro y el de generaciones venideras.

Esos recortes los estamos padeciendo directamente. Ahora mismo, una persona navarra en hospitalización domiciliaria que requiera de un equipo de oxígeno es la encargada de velar por la máquina que tiene a su lado. Si ésta se estropea tiene que llamar directamente a la empresa fabricante, porque los trabajadores de Osasunbidea no pueden hacer nada al respecto. Es decir, es la propia persona enferma, o en el mejor de los casos un familiar, quien debe realizar los trámites para que le arreglen o sustituyan la máquina a la que está conectada. Es éste solo un botón de muestra de las consecuencias de las privatizaciones (en la neo lengua liberal le llaman externalización) sufridas en las últimas décadas. Por ello, son no solo responsables, sino culpables de la actual situación todos los partidos políticos que han practicado recortes sociales. Partidos que han saqueado y desmantelado lo público en pro de la doctrina neoliberal y del régimen capitalista.

Todos los días, a las 20.00 horas, se produce un aplauso generalizado desde los balcones al personal sanitario. En los medios de comunicación se les presenta como héroes. Nada más lejos de la realidad. Son trabajadores que llevan años denunciando los recortes que ha sufrido la sanidad; trabajadores que, en muchos casos, tienen contratos precarios. Al igual que otros trabajadores de diversos sectores donde la precariedad es la norma general. Además, recae en todos nosotros el sostenimiento de los servicios públicos, debido a que las grandes fortunas, los grandes empresarios y banqueros no pagan los impuestos que debieran gracias a lo que se ha dado en llamar ingeniería fiscal. Sin embargo, sí se apropian de la riqueza generada por los trabajadores, la plusvalía, mientras dan limosnas con el aplauso generalizado de sus esbirros y lacayos. La filantropía está muy bien, pero que la realicen después de haber pagado los impuestos que en base a su renta y beneficios deberían abonar.

Esta crisis debe hacernos, de una vez por todas, reaccionar. Si seguimos votando (y lo digo en primera persona del plural porque siempre lo hacemos en tercera, evadiéndonos así de nuestras responsabilidades) a los mismos partidos e ideologías que durante los últimos 40 años han realizado prácticas neoliberales, seremos, también, responsables de sus políticas contrarias al ser humano y favorables al capital. Todo no va a salir bien. No. Lo que nos espera a la salida de esta crisis sanitaria no es nada halagüeño. Le va a suceder una crisis económica y social de imprevisible magnitud. En base a esto, se están alzando voces reclamando unos segundos Pactos de la Moncloa. Los primeros hicieron recaer sobre los hombros de la clase trabajadora la salida de aquella crisis. A estas crisis habrá que añadir las crisis geopolíticas que puedan producirse como consecuencia de las anteriores. Si hacemos la técnica del avestruz, escondiendo la cabeza, nos irá muy mal. Es hora de sustituir la barbarie del régimen capitalista por otro modelo político, económico y social que vele por los intereses de las personas, los pueblos y la naturaleza.

El autor es historiador