l nombre de Anderaz, muy popular en la comarca Tierras de Iranzu, al norte de Estella, que incluye Abárzuza, el valle de Yerri-Deierri, Lezáun y el valle de Guesálaz, hasta Salinas de Oro, suscitará a buen seguro recuerdos y emociones profundas, por tratarse de un colegio donde se han formado, desde 1922, muchas generaciones de chicas, no solo locales, sino también internas, especialmente del resto de Navarra, Aragón, Rioja e incluso de Cataluña. El edificio es hermoso y su ubicación, entre Abárzuza y Arizala, única. Anderaz tiene, además, para el que esto escribe, como nacido en Arizala, un gran valor sentimental.

El colegio está desde el otoño de 2019 deshabitado, pues, lamentándolo la Corporación municipal de Abárzuza, su propietaria, fue desalojado por la congregación de monjas escolapias, que lo ha meritoriamente regentado durante casi 100 años, por la imposibilidad de atenderlo dada la gran escasez de vocaciones. Ante esta situación, el Ayuntamiento, encabezado por su alcalde, D. Alberto Pagola, se está esforzando en mantenerlo adecuadamente mientras busca activamente un destino digno y de utilidad pública para el mismo.

Haciendo un poco de historia nos enteramos, según el relato de la religiosa escolapia María Jesús Gaztambide, que desde antes del siglo XIII Anderaz aparece vinculado al cercano monasterio cisterciense de Iranzu. Más tarde pasó a ser propiedad del linaje de los Baquedano, también muy ligado al monasterio, perteneciendo varios abades a dicha familia. Posteriormente, el lugar se convirtió en señorío, cuyo titular era Juan de Baquedano. Las edificaciones del señorío sufrieron mucho en las guerras carlistas.

Tras distintas vicisitudes, el conjunto del señorío se pone a la venta en 1921. Es entonces cuando el Ayuntamiento de Abárzuza, encabezado por su alcalde, D. Ruperto Pagola, y con el decidido impulso del párroco, D. Bruno Lezaun, un sacerdote clarividente y bien imbuido de la doctrina social de la Iglesia, decide adquirir el señorío.

La iniciativa era difícil, pero ilusionante. El propósito original de D. Bruno era distribuir las tierras del señorío entre los vecinos interesados de Abárzuza, ofreciendo el Ayuntamiento los lotes correspondientes con buenas condiciones de pago. El pueblo carecía en general de campos de cultivo, dedicándose muchos de los vecinos a la preparación de carbón vegetal en los montes de la sierra de Urbasa, lo que provocaba largas ausencias, con peligro de desatender sus deberes familiares.

Se planteó enseguida la dificultad de conseguir el precio exigido por el vendedor, cifrado en 325.000 pesetas (menos de 2.000 euros de hoy). No fue fácil conseguir este importe, considerable entonces, teniendo que recurrir D. Bruno incluso al peculio de sus hermanos de Arizala, su pueblo de origen, Nemesio y Pedro. El hecho cierto es que se pudo formalizar la compra en noviembre del mismo 1921.

Realizada la compra, el Ayuntamiento parceló las tierras, ofreciéndolas en venta a los vecinos de Abárzuza, estableciendo generosas condiciones de pago con plazos de hasta diez años. Respecto al palacio, iglesia y tierras circundantes (varias robadas), el Ayuntamiento, con el apoyo naturalmente del sacerdote, decidió cederlos en usufructo a una congregación religiosa para su dedicación a labores de enseñanza de niñas y jóvenes especialmente de Abárzuza, aunque no en exclusividad.

A iniciativa de José Baquedano, escolapio de Abárzuza, y el apoyo del P. Valentín Caballero, del monasterio de Iratxe, se logró atraer la atención de la M. Paz de Moraza, superiora del colegio Calasanz de Zaragoza, interesada en fundar una institución en Navarra que, además de llevar a cabo tareas docentes, sirviera de vivero de formación de religiosas.

Se inician las conversaciones entre el Ayuntamiento y las religiosas escolapias para la cesión del señorío, cristalizando las mismas en el contrato de abril de 1922. En virtud de este contrato, el Ayuntamiento, encabezado por su alcalde, D. Abdón Munárriz, cedía en usufructo y a título gratuito, por tiempo ilimitado, a la congregación escolapia, el complejo de edificios del señorío, sometido a la condición de que el futuro colegio habría de proporcionar instrucción gratuita a las chicas de Abárzuza de 8 a 16 años.

Fue necesario llevar a cabo extensas obras de acondicionamiento, que se llevaron a feliz término gracias en gran parte a las gestiones de D. Bruno y la colaboración decidida del Ayuntamiento. El resultado fue un precioso edificio que se levanta aún hoy airoso y con toda clase de equipamientos para su función educativa.

Inaugurado el colegio en el otoño de 1922, se inicia el curso a continuación. Desde el primer momento se cursaron en Anderaz los estudios de enseñanza primaria, además de los grados de bachillerato, magisterio, cultura general, etcétera. Otras enseñanzas impartidas fueron las de comercio, idiomas, contabilidad, mecanografía, dibujo, costura, estudios de música... Es oportuno resaltar, además, que Anderaz fue pionera en adoptar la coeducación, incluyéndose expresamente en el acta de cesión la mención a niños, junto a la de niñas, que figuraba solo originalmente.

Se habilitó también desde su fundación el régimen de internado, contando en décadas posteriores con más de 100 alumnas, procedentes básicamente de Navarra, Zaragoza y La Rioja. Ya desde el principio se estableció igualmente un noviciado en el que se han formado varias generaciones de religiosas escolapias.

Es lamentable que, tras esta notable trayectoria, y a pesar, como ya hemos mencionado anteriormente, de los meritorios esfuerzos del Ayuntamiento de Abárzuza por mantener y encontrar una misión digna y eficiente para el colegio, éste se halle ahora cerrado y silencioso. Es hora, por tanto, de encontrar entre todos, administraciones públicas y sociedad civil de Navarra, un destino adecuado para Anderaz, bien en el ámbito docente, como residencia de mayores, hotel, o de otra índole, contribuyendo así a la creación de puestos de trabajo y fomento en general de la economía de la zona.