a preocupación por las debilidades del sistema económico se está agudizando, surgiendo iniciativas varias tendentes a corregirlas.

Conviene recordar, así, que Business Roundtable, probablemente el lobby empresarial más influyente en USA, y al que pertenecen los CEO de algunas de las empresas más importantes del mundo, en agosto de 2019 tomó una decisión histórica, abandonando formalmente el principio que había guiado al mundo de los negocios en USA, formulado por Milton Friedman en un también histórico artículo en el New York Times en setiembre de 1970, según el cual el único propósito de las empresas debería ser proporcionar el máximo valor al accionista.

Dicho propósito era sustituido por el de ofrecer una satisfacción equilibrada a los intereses de los distintos stakeholders de la empresa: empleados, clientes, proveedores y comunidad en la que se inserta y no tener en cuenta sólo a los accionistas.

Los responsables empresariales reaccionaban así a una situación de insatisfacción con un sistema económico que, aunque ha permitido salir de la pobreza extrema a cientos de millones de personas de todo el mundo, genera desigualdades cada vez menos soportables.

Según Michel Camdessus, exdirector general del Fondo Monetario Internacional, este problema de la desigualdad está generando graves consecuencias: sociales, ya que el crecimiento en las desigualdades de ingresos es el mayor obstáculo para la mejora de los niveles de vida, con efectos en los ámbitos de educación, sanidad, vivienda, esperanza de vida,...; económicas, como muestran investigaciones que han establecido que las desigualdades limitan el crecimiento y que en un nivel relativamente bajo del índice de GINI, las desigualdades tienen un impacto negativo sobre el potencial de crecimiento y de la productividad; y políticas, ya que la percepción de estas realidades por los segmentos menos favorecidos de la población genera sentimientos de gran desesperanza, incluso de rebelión, que pueden desembocar en problemas políticos graves incluso en un contexto de crecimiento.

Más allá de los efectos inmediatos sobre la cohesión social, genera inestabilidad y probablemente estaría en el origen del descrédito de las autoridades públicas y de la caída constante y universal de sus índices de confianza.

Ante esta situación, el papa Francisco insiste en que hoy menos que nunca podemos pensar en valernos por nosotros mismos. Se necesitan iniciativas conjuntas y compartidas, incluso a nivel internacional, especialmente para apoyar el empleo y proteger a los sectores más pobres de la población.

De acuerdo con su reflexión de que hace falta sacar consecuencias prácticas de los grandes principios sociales para que no se queden en meras generalidades y para que puedan incidir eficazmente también en las complejas situaciones actuales, está animando dos movimientos de corte diferente, pero quizás complementarios, a los que desde la Fundación Arizmendiarrieta estamos modestamente tratando de contribuir.

En primer lugar, está el movimiento internacional dirigido a los jóvenes denominado La Economía de Francisco, que tuvo su lanzamiento en el pasado mes de noviembre con la participación de más de 2.000 jóvenes de 120 países diferentes.

Dicho movimiento se estructura en aldeas multinacionales que están reflexionando sobre distintos aspectos, a veces contradictorios: gestión eficiente y gratuidad; finanzas y humanismo; trabajo y cuidados; agricultura y justicia; energía y pobreza; negocios y paz; mujeres y economía; etiología de las desigualdades; vocación y beneficios; empresas en transición; vida y estilos de vida.

El hito inicial concluyó con importantes recomendaciones, entre las que destacan las siguientes: que la salvaguardia del planeta sea un punto central en las agendas de todos los gobiernos; que el derecho al trabajo digno para todos sea respetado en cada empresa y garantizado por las políticas sociales de cada país; que sean abolidos los paraísos fiscales; que se creen nuevas instituciones financieras mundiales y se reformen las ya existentes para que ayuden al mundo a recuperarse de la pobreza; que las grandes instituciones introduzcan un comité ético independiente, con veto en materia de medio ambiente, justicia e impacto sobre los pobres; que los estados asuman el compromiso de una educación de calidad para cada persona; que las trabajadoras tengan las mismas oportunidades que los trabajadores y que se comparta un compromiso para reducir los conflictos armados.

Desde el punto de vista de la Fundación Arizmendiarrieta, nuestra aportación se ha centrado hasta ahora en presentar el Modelo inclusivo participativo de empresa como propuesta de futuro para conciliar la competitividad empresarial y el desarrollo humano de las personas que en ellas trabajan y que ha tenido una excelente acogida. Además, estamos trabajando para, sobre esa base, formar el Grupo Vasco de la Economía de Francisco con la vocación de seguir aportando otros elementos incluidos en nuestra propuesta de Economía de Cooperación.

Además de esta iniciativa, merece la pena destacar el apoyo de Francisco al denominado Council for an inclusive capitalism with the Vatican, con sede en Nueva York, pero cuyas características dejamos para un próximo artículo.

El autor es presidente de la Fundación Arizmendiarrieta

Se necesitan iniciativas conjuntas y compartidas, incluso a nivel internacional, especialmente para apoyar el empleo y proteger a los sectores más pobres de la población