lega el mes de octubre y, aunque con cautela, estamos asistiendo a la ansiada reapertura de todos los sectores tras la pandemia. Pero en Educación todo -o casi todo- sigue igual: las niñas y los niños no tienen posibilidad de relacionarse con los y las de otras burbujas, siguen usando mascarilla, también en el patio o en clase de Educación Física, las tutorías con familias siguen siendo online... Y lo que está ocurriendo con la jornada continua ¡es la gota que colma el vaso! Esta jornada es el eje central de un protocolo impuesto, que ha llegado tarde -con el curso ya iniciado- y que se ha hecho sin consultar ni negociar con los agentes de la comunidad educativa. Por ello, no nos queda otra opción que denunciar el caos que se está generando. Por muchas vueltas que le demos, señor Gimeno, no entendemos cómo se pueden hacer las cosas tan mal. Todos los agentes de la comunidad educativa se le han puesto en contra y ahora no sabe cómo rectificar. Bueno, sí, permitirá a los centros volver a la jornada partida o a una nueva jornada en enero. ¿Pero qué tomadura de pelo es esta?

Por resumirlo brevemente, comentaremos que esta fórmula de jornada continua y extraescolares permite a Gimeno recortar de manera encubierta en Educación. El consejero consigue extraescolares con cero inversión a costa de empeorar las condiciones laborales del profesorado, igual que hiciera UPN en 2012. En esta ocasión, Gimeno se ampara en calificar unas sesiones que son de docencia directa (requieren la atención directa al alumnado) como de cómputo lectivo (red pública) o complementarias (otras redes), lo que le permitirá no tener que contratar más personal, sabiendo que el profesorado verá de nuevo su carga lectiva ampliada y recortado su tiempo para tareas esenciales (guardias, coordinaciones...). Esto, trasladado a los centros de las zonas rurales, donde hay poco profesorado, comprometerá gravemente su labor. Creemos, además, que esta medida es de dudosa legalidad si nos acogemos a la definición de horas lectivas y de cómputo lectivo recogida en la normativa vigente.

Sin embargo, nosotras queremos aprovechar esta oportunidad para cuestionar si, tal y como se ha ordenado desde el departamento, es el profesorado quien debe impartir las actividades extraescolares de oferta obligatoria por los centros; ¿no deberían ser estas asumidas por otros y otras profesionales? Sobre todo dadas las características de servicio de cuidado y actividades de tiempo libre de las mismas.

Para continuar, el consejero argumenta que el objetivo de esta medida es facilitar la conciliación familiar, pero, ¿de quién?

¿La de las familias cuyos hijos e hijas tendrán que esperar al autobús, obligatoriamente, hasta la finalización de las extraescolares, aunque ellos y ellas no deseen realizarlas? Es increíble la solución que se ha dado desde el Departamento de Educación: que las familias voten y se pongan de acuerdo. ¿Qué buscan con esto, la conciliación familiar o la confrontación entre las familias del medio rural?

¿La de aquellos y aquellas que, deseándolo, no puedan hacerlas porque no obtuvieron plaza? ¿Perdón, dónde está el principio de igualdad que, en teoría, persigue la LOMLOE, ley impulsada por su partido? ¿La del profesorado que, a fecha de 14 de septiembre, ya tenía su vida organizada y, de un día para otro, tuvo que cambiarlo todo? ¿La de los miembros de los equipos directivos que, habiendo dejado todo atado el junio pasado, tuvo que rehacer los horarios de todo su profesorado antes del 4 de octubre? Con la última decisión tomada se duplicará su trabajo, ¿no se han dado cuenta de que en diciembre los directores y directoras tendrán que volver a realizar ese trabajo de nuevo y que el profesorado tendrá que volver a conciliar su vida?

Estamos convencidas de que esto no es lo que necesita la comunidad educativa. Muchos centros quieren volver a la jornada de mañana y tarde y quienes eligieron la continua antes de la pandemia tenían acordadas unas actividades extraescolares para dar respuesta a la realidad de su alumnado, adaptadas a sus horarios, intereses y necesidades. Pero habiendo sido posible poner en marcha todo esto el 4 de octubre -la situación sanitaria no indicaba lo contrario-, el consejero ha pasado la pelota a los colegios, quienes en enero tendrán que decidir si realizar ese cambio. Con todo esto, el Departamento hace patente su falta de preocupación por la calidad de la educación y las necesidades pedagógico-emocionales del alumnado.

Por si todo esto fuera poco, el esmero y esfuerzo invertido en la realización y mantenimiento de grupos burbuja en la actividad docente matinal se pueden ir al traste por las tardes, ya que el alumnado de diferentes grupos, así como el profesorado, se podrá mezclar en las actividades extraescolares.

Por último, señor Gimeno, queremos pedirle que deje de marear a la comunidad educativa con decisiones unilaterales y erráticas, que sobrecargan de trabajo al profesorado y crean gran incertidumbre en docentes y familias. Permita ya -y no en enero- a los centros educativos que, de forma autónoma y acordada con su comunidad educativa, decidan su jornada y la oferta o no de extraescolares que, en función a la misma, deseen diseñar. Desde LAB continuaremos movilizándonos mientras esto no se solucione de forma justa y negociada.

*Las autoras son representantes de LAB Irakaskuntza