oy se cumple el cuadragésimo aniversario de la creación de la Federación Navarra de Municipios y Concejos. El 4 de mayo de 1982, los alcaldes de Pamplona, Burlada, Castejón, Andosilla, Miranda de Arga, Puente la Reina, Sesma, Sangüesa y Liédena, y los presidentes de los concejos de Cizur Mayor y Larrasoaña acordaron su constitución y aprobaron sus estatutos.

Habían pasado menos de cuatro años desde la aprobación de la Constitución, que definía el marco político institucional de la España democrática, y solo tres desde las primeras elecciones municipales democráticas. Las comunidades autónomas echaban a andar; nuestro Amejoramiento aún no había entrado en vigor.

En aquel contexto, se comenzaban a definir las competencias, los servicios públicos y su financiación y su distribución en los tres niveles de Administración: estatal, autonómico y local.

En el caso de los ayuntamientos, todavía habría que esperar para concretar sus atribuciones a 1985, año en el que se aprobó la Ley Reguladora de las Bases de Régimen Local. Pero el ímpetu de los primeros ediles democráticos, que en muchos casos provenían de movimientos sociales, y las acuciantes demandas de la sociedad no esperaron y aquellas corporaciones comenzaron a atender las urgencias y a construir el modelo municipal.

Sin embargo, en aquel proceso de construcción del nuevo Estado y de distribución de competencias y de recursos públicos, los ayuntamientos fueron conscientes de que, o tenían una voz común o no verían atendidas sus aspiraciones. Los ciudadanos exigían infraestructuras dignas, servicios sociales, cultura, deporte, un urbanismo más humano y menos especulativo, políticas de igualdad, servicios de agua y recogida y tratamiento de residuos adecuados a los tiempos... Y ello exigía como corolario, una financiación hasta entonces prácticamente inexistente.

Aquellas corporaciones locales tenían claro lo que querían hacer, porque se lo demandaban sus vecinos, y exigían un marco normativo y financiero consecuente. Y no siempre encontraban una actitud receptiva a sus demandas en las instituciones estatales y, sobre todo, en las autonómicas.

Por eso crearon las asociaciones de municipios, algo nada extraño dado que ya existían en todo el mundo democrático, y especialmente en los países europeos desde principios de siglo. Y así nacieron primero la Federación Española de Municipios y Provincias, en 1981, y en armonía con el diseño del estado autonómico, las federaciones territoriales. La FNMC fue la segunda, tras la catalana.

Desde entonces y durante cuatro décadas, la FNMC ha venido representando los intereses de las entidades locales de Navarra y cumpliendo así con las funciones que le atribuyen las leyes y sus propios Estatutos. De su papel y su aceptación son un claro reflejo los 266 municipios, 265 concejos y más de una veintena de entidades locales de otro tipo que se han asociado a ella de forma voluntaria.

A lo largo de este casi medio siglo ha venido dialogando con el Gobierno y el Parlamento forales, pero también con las entidades representativas de la sociedad navarra, y ha servido de lugar de encuentro para que todas las corporaciones locales compartan sus inquietudes, elaboren sus propuestas y aprendan juntas. Corporaciones a las que además presta algunos servicios nada despreciables.

No es exagerado decir que sin una entidad como la Federación hoy nuestros pueblos serían peores. Porque ese ha sido y es su objeto básico, lograr para todas y cada una de las comunidades locales de Navarra la mejor calidad de vida y la máxima cohesión social.

Los tiempos han cambiado mucho desde aquel 1982 y hoy, los ayuntamientos y concejos, y por tanto la Federación, se enfrentan a retos diferentes. Han ido cumpliendo etapas y logrando objetivos a la vez que afrontan nuevos desafíos, pero su determinación no cambia y mantienen su voluntad de hacer de la Administración Local uno de los pilares básicos de una sociedad en la que cada vecino y cada vecina puedan vivir con la dignidad de su condición, y de los pueblos y ciudades, lugares de convivencia y desarrollo personal y social.

El autor es presidente de la Federación Navarra de Municipios y Concejos

Aquellas corporaciones locales tenían claro lo que querían hacer, porque se lo demandaban sus vecinos, y exigían un marco normativo y financiero consecuente

Los tiempos han cambiado mucho desde aquel 1982, y hoy los ayuntamientos y concejos, y por tanto la Federación, se enfrentan

a retos diferentes