El actual alcalde de Pamplona, Enrique Maya estaría afectado por el llamado “sindrome de hydris” citado por el médico y político inglés David Owen en su obra The Hybris Syndrome: Bush, Blair and the Intoxication of Power. Dicho término procede de la palabra griega “hybris” que significa desmesura y que tendría su paradigma en sus delirantes propuestas sobre la pasarela del Labrit, la celebración de una prueba hípica de la Ciudadela, el proyecto de remodelación del Paseo de Sarasate, la bizantina propuesta de ampliación de las fiestas de San Fermín y la instalación de una bandera gigante de Navarra.

El pensamiento de Maya sería rígido e incorregible lo que le impele a no tener en cuenta las razones contrarias (ausencia de la necesaria empatía política para lograr acuerdos al no disponer de la necesaria mayoría absoluta) y tan sólo recogería datos o signos que le confirmen el prejuicio para convertirlo en convicción. Así, Maya adolecería de una desconexión con la realidad que le impide ser consciente de que gobierna en minoría, por lo que no duda en actuar al margen de los plenos municipales con tics autocráticos (inflexible y autoritario) en la creencia de que seguirá contando con la eterna fidelidad del PSN.

Por otra parte, la conducta de Maya destilaría tintes megalómanos, especie de delirio de grandeza que provoca que “el individuo se crea dotado de un talento y un poder extraordinarios debido a que las deidades le han elegido para una alta misión”(ser la némesis de María Chivite). En este contexto de confrontación política con el Gobierno de Chivite se encuadraría la presentación de unos presupuestos para el 2022 sin consenso que cuadrarían únicamente en el supuesto de seguir recibiendo el Ayuntamiento la dotación del Gobierno de Navarra en concepto de la llamada Carta de Capitalidad, concepto que según el nuevo sistema de financiación local que tramita el Ejecutivo de Chivite desaparecería en el 2022.

La necesidad perentoria del Gobierno Sánchez de buscar nuevos aliados para aprobar la Reforma Laboral, representaba una oportunidad para UPN de rentabilizar sus 2 diputados en el Congreso y revisar su actual estrategia política, incorporando a su bagaje político la llamada inteligencia maquiavélica que se tradujo en el acuerdo alcanzado por Esparza con el PSOE y que incluía el apoyo de UPN a la reforma laboral del Gobierno Sánchez a cambio de no reprobar el PSN al alcalde Maya así como aprobar un incremento de 27 millones de euros en las partidas presupuestarias del Ayuntamiento. 

Sin embargo, la rebelión de los dos díscolos parlamentarios de UPN en el Congreso de Madrid al votar en contra del acuerdo alcanzado entre Esparza y el Ministro de la Presidencia Bolaños, habría dejado al descubierto las fisuras en la unidad interna del partido foralista. Por otra parte, la previsible desaparición de la candidatura unitaria de derechas Navarra Suma para las elecciones forales del 2023 provocará la división del voto de centroderecha y facilitará la constitución de un nuevo Gobierno Progresista pilotado por María Chivite que tendría como efecto colateral la pérdida para UPN de las principales ciudades navarras, como Pamplona, Burlada y Barañáin y la designación como nuevos alcaldes de candidatos consensuados entre PSN, EH Bildu, Geroa Bai y Contigo Navarra, quedando así UPN relegada a la soledad de la oposición y Maya abocado al solipsismo político.

El autor es analista