La omnipresencia de las nuevas tecnologías y sus aplicaciones está desdibujando los límites entre lo humano y la máquina, entre actividades en línea y fuera de línea, entre el mundo físico y el virtual, entre lo natural y lo artificial, y entre la realidad y la virtualidad.

Una de las tecnologías transversales más importantes que definirán la época en la que vivimos es la Inteligencia Artificial (IA). Actualmente no existe una definición comúnmente aceptada de inteligencia artificial. Sin embargo, se puede afirmar que la IA es un término genérico utilizado para referirse de forma general a un conjunto de ciencias, teorías y técnicas cuyo propósito es mejorar la capacidad de las máquinas para realizar tareas que requieren facultades cognitivas humanas. Un sistema de IA es un sistema informático que hace recomendaciones, pronósticos o decisiones basadas en un conjunto determinado de objetivos. Para ello, utiliza datos informáticos y/o humanos para percibir entornos reales y/o virtuales. Convierte manual o automáticamente estas percepciones en patrones. Y extrae conclusiones de estos modelos, por medios humanos o automatizados, en forma de recomendaciones, predicciones o decisiones.

Por lo tanto, lo que se llama inteligencia artificial es hoy más una extensión de la inteligencia humana que una forma autónoma de inteligencia. Por eso hay quien prefieren hablar de inteligencia humana aumentada en lugar de inteligencia artificial. Sin embargo, en el imaginario colectivo, la IA es vista como una máquina tan inteligente como el ser humano, o incluso más, que es consciente de sí misma y que es capaz de tomar decisiones con total autonomía.

Nunca en la historia de la humanidad se ha producido un proceso de acumulación de tecnología como el que estamos viviendo. Ha cambiado la economía, el arte, la cultura, la política, el sistema social en su conjunto. Tenemos que ver cómo queremos que esto evolucione. ¿Con qué valores? ¿Con qué sistema de solidaridad? ¿Con qué sistema de cohesión? ¿Con qué sistema de justicia? ¿Con qué sistema político? Esta es la revolución de la inteligencia artificial. Es una nueva era la que empieza, y por lo tanto requiere la redefinición de los Derechos universales de la persona y un nuevo pacto social.

Si bien es fácil comprender los efectos potenciales de la IA en sectores como las telecomunicaciones, el transporte, la gestión del tráfico, la atención médica, evaluar sus efectos a largo plazo, por ejemplo, en la educación, la cultura, la diversidad lingüística y el sector audiovisual es considerablemente más desafiante.

La inteligencia artificial se está desarrollando rápido. Cambiará nuestras vidas, pues mejorará la atención sanitaria (por ejemplo, incrementando la precisión de los diagnósticos y permitiendo una mejor prevención de las enfermedades), aumentará la eficiencia de la agricultura, contribuirá a la mitigación del cambio climático y a la correspondiente adaptación, mejorará la eficiencia de los sistemas de producción a través de un mantenimiento predictivo, aumentará la seguridad de la ciudadanía y nos aportará otros muchos cambios que de momento solo podemos intuir. Pero, al mismo tiempo, la inteligencia artificial (IA) conlleva una serie de riesgos y peligros potenciales, como la opacidad en la toma de decisiones, la discriminación de género o de otro tipo, la intromisión en nuestras vidas privadas o su uso con fines delictivos.

En este contexto, resulta fundamental humanizar la tecnología. Poner la tecnología al servicio de las personas, en el respeto de la dignidad humana.

Ahora bien, no hay Inteligencia Artificial sin datos; el dato es la base y, por eso, la legislatura pasada, el gobierno del cambio promovió el Grado en Ciencia de Datos en la UPNA para, después, acometer lo que para Geroa Bai era clave para el futuro de esta comunidad en esta materia: la creación del Centro Internacional de Investigación de Inteligencia Artificial de Navarra. De hecho, desde el Departamento de Educación se realizó el estudio que se convertiría en germen de lo que hoy se está trazando desde la Administración pública.

Es precisamente desde las instituciones, desde la Administración foral en particular, es decir, desde lo público, desde donde hemos de apostar de forma decidida por el desarrollo del ecosistema de la Inteligencia Artificial, conforme a la evolución y a los avances del ser humano, que acerque las ventajas de la tecnología a la ciudadanía, a la sociedad y a la economía en su conjunto, garantizando correctamente el respeto de sus derechos y libertades.

Hay que marcar nuevas reglas del juego, y es el momento de la filosofía digital, de la política digital, de la sociología digital, de la antropología digital, con la protección de la dignidad humana y de los Derechos Humanos como objetivo final. A la par, es fundamental garantizar que todas las personas adquieran las competencias necesarias desde una edad temprana para comprender mejor las capacidades y las limitaciones de la IA para lograr una transformación digital justa y beneficiosa para todos y todas. Parece claro, asimismo, el consenso en torno a que se debe invertir en educación digital y formación en medios, equipando a los centros educativos con la infraestructura adecuada y con los dispositivos finales necesarios, tal y como se comenzó a hacer la pasada legislatura.

Eso sí, la legislación sobre las tecnologías disruptivas y, en particular, sobre la IA, deberá respetar plenamente el reparto competencial existente en el marco político y jurídico entre la UE, los estados miembros y las regiones o comunidades autónomas.

Es tiempo de presupuestos, es tiempo de plasmar en ellos los compromisos adquiridos, es final de legislatura y el tiempo se agota. Por eso, es tiempo de apostar de manera decidida por el que puede convertirse en pilar del futuro desarrollo de esta comunidad, por el Centro Internacional de Investigación en Inteligencia Artificial de Navarra. El futuro es ahora. Los Presupuestos Generales de Navarra deberían incluir una partida suficiente para un centro que sea puntero y que cumpla con lo previsto, con la expectativa de la clase científica y con los designios del contexto que se recogen al inicio de este artículo. En este mismo sentido, EAJ-PNV ha registrado una enmienda a los Presupuestos Generales del Estado para dar un impulso definitivo a este centro.

En Geroa Bai no vamos a cejar en el empeño de que Navarra tenga el centro de inteligencia artificial que merece.

Recientemente leíamos que un artículo de investigadores de la UPNA ha sido premiado en el Congreso mundial de inteligencia computacional celebrado en Padua, Italia. En el encuentro fueron presentadas más de 2.000 comunicaciones. Y fueron los representantes de UPNA, con el catedrático Humberto Bustince a la cabeza, los premiados. No por evidente quiero dejar de mencionar, una vez más, que en Nafarroa tenemos a algunos de los mejores a nivel mundial en materia de inteligencia artificial. No perdamos la oportunidad que eso nos brinda; sepamos aprovechar esta fortaleza. Estemos a la altura. No perdamos un minuto más y avancemos de forma incontestable, desde lo público en investigación básica y aplicada en Inteligencia Artificial. Hagámoslo de la mano de los mejores y con todas las garantías. Y hagámoslo ya. l

La autora es parlamentaria foral de Geroa Bai y burukide de EAJ-PNV Nafarroa