Héctor es un alumno de un pueblo en Navarra que desea acceder a los estudios de Bachillerato Internacional, los cuales solo se ofrecen desde el servicio público en un único instituto de Navarra, el Instituto Navarro Villoslada. Este estudiante ha demostrado un excelente rendimiento académico, con una media de 9,46, y está altamente motivado para acceder a estos estudios. Sin embargo, se enfrenta a una situación desalentadora, ya que el instituto otorga 4 puntos adicionales a aquellos estudiantes que residan en Pamplona. En primer lugar, es importante destacar que el Bachillerato Internacional es un programa educativo altamente valorado y reconocido a nivel mundial. Al restringir el acceso a este programa solo a estudiantes de Pamplona, estamos limitando las oportunidades educativas de aquellos estudiantes que viven en otras localidades y que también desean cursar este programa. Además, el Bachillerato Internacional se basa en una educación global que fomenta la interconexión y la colaboración entre diferentes culturas y perspectivas. Al limitar el acceso a estudiantes de una sola localidad, se pierde la oportunidad de integrar diferentes perspectivas culturales y de enriquecer el aprendizaje de todos los estudiantes.

Asimismo, el Bachillerato Internacional también fomenta el desarrollo de habilidades internacionales que son altamente valoradas en el mercado laboral actual, como la capacidad de comunicarse efectivamente en diferentes idiomas y la habilidad para adaptarse a diferentes culturas y ambientes. Al limitar el acceso a estudiantes de otras localidades, les niegan la oportunidad de desarrollar estas habilidades críticas.

Es esencial considerar las consecuencias psicológicas y motivacionales que puede sufrir un estudiante con gran interés en cursar el Bachillerato Internacional, y con buen expediente académico, cuando se le priva de la oportunidad de seguir un programa educativo al que aspira y que puede resultarle de gran valor para su desarrollo personal y profesional por el simple hecho de residir a unos cuántos kilómetros del centro. ¿Cómo afectará esto a su motivación y autoestima? ¿Cómo influirá en su deseo de seguir estudiando y en su rendimiento académico en general?

¿Por qué limitar el acceso a este programa a estudiantes de Pamplona solamente, cuando existen estudiantes altamente capacitados y motivados en otras localidades que podrían beneficiarse enormemente de este programa educativo?

Además, la restricción del acceso al Bachillerato Internacional a estudiantes de Pamplona solamente puede afectar negativamente a la diversidad cultural y educativa de la propia institución. ¿Por qué no aprovechar la oportunidad de integrar perspectivas culturales y educativas distintas, y enriquecer la experiencia de aprendizaje de todos los estudiantes?

Nos gustaría enfatizar la importancia de considerar la equidad y la justicia educativa al tomar decisiones que afectan a los estudiantes en su presente y su futuro. Al limitar el acceso al Bachillerato Internacional a estudiantes de una determinada localidad, se está perpetuando una barrera injusta para aquellos que viven en otras áreas y que podrían beneficiarse enormemente de este programa educativo.

Es crucial que se permita el acceso igualitario y justo a todos los estudiantes capacitados y motivados que buscan seguir este camino educativo, independientemente de su lugar de residencia. De esta manera, no solo se promueve la diversidad cultural y educativa, sino que también se apoya el potencial y la excelencia académica de todos los estudiantes, lo que a su vez puede tener un impacto positivo en el futuro desarrollo económico y social de nuestra comunidad.

Espero sinceramente que, después de reflexionar sobre estas consideraciones, se tomen medidas para garantizar la igualdad de acceso al Bachillerato Internacional en el instituto público Navarro Villoslada para todos los estudiantes capacitados e interesados, independientemente de su lugar de residencia.

‘Pamplonicracia’: Los estragos de la centralización en Navarra

La centralización de recursos en la capital Navarra están generando problemas graves que afectan a los pueblos en ámbitos fundamentales como la educación, el transporte público y la gestión administrativa. La despoblación, la brecha digital, la discriminación y la descoordinación entre horarios lectivos y servicios de transporte son solo algunos de los efectos perniciosos de estas políticas.

En el ámbito educativo, la centralización ha dejado a los pueblos en desventaja, limitando la calidad y variedad de las opciones educativas disponibles. Los jóvenes se ven forzados a trasladarse a la capital para acceder a una educación de calidad, lo que contribuye a la despoblación de las áreas rurales y limita sus oportunidades de desarrollo.

La falta de inversión en transporte público adecuado y la descoordinación de horarios generan dependencia del automóvil privado en los pueblos, aumentando la congestión de tráfico, la contaminación ambiental y los gastos económicos de las familias. Esta situación es consecuencia directa de la centralización de recursos y la falta de planificación para satisfacer las necesidades de movilidad de las zonas rurales.

Además, la centralización de la gestión administrativa en la capital dificulta los trámites y gestiones para los habitantes de los pueblos, generando mayor tiempo y esfuerzo para acceder a servicios básicos. Esto ignora las demandas y realidades de los pueblos, obstaculizando su desarrollo y participación ciudadana.

La administración debe rectificar esta injusta situación, eliminando cualquier forma de discriminación basada en la ubicación geográfica. Es esencial garantizar la igualdad de oportunidades educativas para todos los estudiantes navarros y promover políticas que fomenten la equidad y la descentralización de recursos.

Por lo tanto es necesario romper con las políticas centralizadoras que asfixian a los pueblos en Navarra. La descentralización de recursos, la inversión en infraestructuras equitativas y la promoción del desarrollo rural son fundamentales para construir una sociedad justa y cohesionada. Debemos reconocer las diferencias entre la vida en la ciudad y en el pueblo, y trabajar en la descentralización de recursos para garantizar oportunidades equitativas y preservar nuestras tradiciones. Solo así podremos construir un futuro donde cada navarro y cada navarra pueda prosperar, sin importar su lugar de residencia.

El autor es un padre afectado