Que se retiren esculturas, o se instalen nuevas, forma parte del comportamiento normal de la ciudad. El espacio urbano no es algo estanco ni inamovible. En todas las épocas y en todas las ciudades se vuelcan los valores y la visión contemporánea. Cambiar o sustituir algo no nos debe asustar, es algo común en nuestra ciudad.

Con el asunto del monumento a la familia se ha trasladado que quienes estamos de acuerdo en debatir sobre ese monumento hemos hecho una interpretación forzada, incluso errónea del significado de la escultura, pero en esto merece la pena tener en cuenta lo que dijeron quienes hicieron y pagaron el monumento.

El monumento se inauguró en 2002, en el congreso general de la familia. En esa época en la sociedad española existía un fuerte debate sobre el modelo familiar y el matrimonio homosexual. Navarra fue pionera en consolidar los derechos del matrimonio entre personas del mismo sexo.

Este monumento fue una forma de tomar partido contra él. El obispo Fernando Sebastián dijo, sobre ello, en el Congreso de la familia, dentro de cuyo programa se inauguró el monumento, que “al hablar de familia, hay que referirse a la familia propiamente dicha, la unión amorosa entre hombre y mujer como único proyecto de vida. Esta es la familia que corresponde a la naturaleza humana”.

El organizador del congreso de la familia y principal impulsor del monumento, Jesús Tanco, que a su vez es uno de los asistentes a las misas franquistas de los caídos, subrayó que “rechazamos la equiparación jurídica de lo que no es matrimonio con lo que es, diferenciando esencialmente uniones irregulares o situaciones de hecho que reclaman en algunos casos lo que quisieran ser y no pueden ser.” Él mismo explicitó la transmisión de esos valores a través del monumento a la familia al subrayar que “la comisión organizadora deja en el monumento a la Familia, que dentro de unos minutos se inaugurará, el testimonio de su compromiso para hacer que la familia, al estar presente en nuestro espacio urbano, nos recuerde que le debemos en buena medida el ser y el existir.”

El congreso tuvo un presupuesto de unos 120.000 € de los cuales casi la mitad correspondían al monumento.

Es decir, que el congreso de la familia, el propio monumento y quienes lo impulsaron se convirtieron en activistas contra la igualdad. Ellos mismos afirman que “la Ley Foral 6/2000 de 3 de julio sobre “la igualdad jurídica de las parejas estables es una ley negativa para la institución familiar, desestabilizadora del ordenamiento legal, causa y efecto de problemas que, lejos de resolverse, se agudizan con la aplicación de la norma foral, fue aprobada en contra del Gobierno de Navarra, de Unión del Pueblo Navarro. Esta ley fue recurrida al TC por el Partido Popular sin que todavía haya dictado fallo el alto órgano del Estado. El Parlamento de Navarra hizo caso omiso de las firmas –unas siete mil– e ignoró la pretensión de modificar la norma que equiparaba las llamadas “parejas de hecho” al matrimonio e, incluso, admitía la adopción de niños por homosexuales”.

Ese monumento es la huella de una época pasada en la que un gobierno municipal creyó conveniente instalar una escultura que va contra buena parte de la ciudad. Fue un monumento-activista, por eso no caben interpretaciones de la escultura, porque los propios impulsores ya nos esclarecieron las razones principales del monumento.

En cuanto a la igualdad y la representación de la mujer, el monumento en su mirada conservadora de la familia nos evoca una organización jerarquizada en la que la mujer está por debajo del hombre y está llamada a ejercer tareas de reproducción.

El debate no se basa, obviamente, en la libertad de expresión que alguien tiene a la hora de expresar esas ideas, sino en el rol que una institución pública debe jugar en la igualdad. No se trata de impugnar todas las canciones, películas o vídeos anteriores a la ola feminista e igualitaria, sino de revisar los valores que se transmiten en el espacio urbano, cuya responsabilidad corresponde a las instituciones públicas.

Y ese debate ya lo concluye la Ley Foral de Igualdad y la Ordenanza de Igualdad al determinar que “se evitará y prevendrá los prejuicios, prácticas y utilización de expresiones verbales, imágenes fundadas sobre la idea de la superioridad o de la inferioridad de uno u otro sexo, o sobre los roles femeninos o masculinos estereotipados”. Es decir que la escultura contraviene las dos normas que afectan a la igualdad.

Ridiculizar las posiciones de quienes hemos advertido de los valores negativos que irradia ese monumento forma parte del proceso del cambio social que ha provocado el feminismo y el activismo LGTBI+, ya que las resistencias a los cambios siempre tienen en común su intransigencia porque proponer que un monumento sea más respetuoso con la igualdad y más integrador con las diferentes formas de convivencia quita privilegios a los hombres, y eso para quienes reivindican una masculinidad tradicional en la que ellos están por encima de la mujer en la escala familiar y social es un riesgo enorme.

Es la homofobia y la desigualdad de género llevada a una escultura, y ante eso estamos obligados y obligadas a abrir un proceso de debate y reflexión para resignificar, complementar o trasladar ese monumento que choca contra el espíritu de la Ley Foral de Igualdad y la Ley Foral 8/2017, de 19 de junio, para la igualdad social de las personas LGTBI+.

* Por: Cristina Almeida (Abogada feminista), Abel Azcona (Artista- Activista por los derechos del colectivo LGTBI+), María Eugenia San Martín (Feminista), Amaia Zubieta (Portavoz movimiento feminista), Iñigo Lamarka (Exdefensor del Pueblo (Arartekoa) Activista por los derechos del colectivo LGTBI+; Javier Armentia (Director Planetario de Pamplona), Eduardo Santos (Exconsejero de Justicia del Gobierno de Navarra), Ainhoa Aznárez (Expresidenta del Parlamento de Navarra), Ekaitz Goikoetxea (Escritor- Activista por los derechos del colectivo LGTBI+ ), Gorka Armendariz (cantante de Lehiotikan), María Carmen Urteaga (Feminista), Iñaki Otsoa Etxeberria (Escultor), Julia Munárriz (Fundación IPES), Blanca Fernández (Fundación IPES), Joseba Eceolaza (Escritor), Edurne Eguino (Exconcejala de Pamplona), Juanjo Olasagarre (Escritor), Martxelo Diaz (Periodista), Miguel Garrido (Parlamentario foral), Salome Iturbide (Feminista), Manuel Eciolaza (Activista social), Txema Noval (Exalcalde de Burlada), Bakartxo Ruiz (Exparlamentaria), Emilio Rodríguez (Activista social), Javier Lorente (Periodista), Milagros Rubio (Feminista), Marisol de la Nava (Trabajadora social), Jesusa Agramonte Otxoa (Feminista), Marion Stefanie Disenowski (Feminista), Tere González (Exconcejala de Pamplona), Eneko Arteta (Activista por la memoria democrática), Txema Mauleon (Concejal de Pamplona), Zaloa Basabe (Concejala de Pamplona), Raúl Solis (Periodista en Canal Red- Activista por los derechos del colectivo GTBI+), Santi Ducha (Activista por los derechos del colectivo LGTBI+), Ana Arillo (Feminista), Alizia Izal (Activista por los derechos del colectivo LGTBI+), Josetxo Arbizu (Activista por la memoria democrática), Juan Cruz Lakasta (Periodista), María Ponsdomenech Vila (Feminista), Carlos Guzman (Parlamentario Foral), Javier Arza (Parlamentario Foral), Cristina Garde (Feminista), Txomin Garmendia (Escultor), Esperanza Marcaide (Feminista), Daniel López (Parlamentario Foral), Nerea Urroz (Feminista), Mikel Otazu (Activista social), Iris Domínguez (Presidenta de Katalingorri), Iñaki Izko (Activista social), Maite Mola (Feminista), Ruben Ramallo (Activista LGTBI+) Cristina Garde (Feminista), Jesús Oscoz (Activista social ), Celia Arratibel (feminista), Ane Sánchez (Feminista), Garbiñe Pretiati (Feminista), Esperanza Marcaide (Feminista)