Encuesta tras encuesta, la sanidad se sitúa entre los 3 principales problemas de los ciudadanos, resultando el factor que más contribuye a la equidad entre la población, a reducir la brecha de la desigualdad en España, siendo garante del Estado de Bienestar, incluso del Estado democrático, tal como lo conocemos.
De los diversos actores que conforman el sistema sanitario: Gobierno/Oposición, pacientes y médicos, son los primeros quienes enfatizan su protagonismo, quedando los otros silenciados como convidados de piedra.
El gobierno/oposición actúa de parte, se limitan a combatirse con cifras. Estas son tantas y de tan variada interpretación, complementarias cuando no contradictorias entre sí, que todos ellos dicen su parte, miniaturizada en el total. La fuente de información, procede del Barómetro Sanitario (Noviembre 2023).
El Ministerio de Sanidad es responsable de gestión en la formación pre/posgrado. Las CCAA le atacan con el mantra venial justificativo de balones fuera, señalando que hay pocos médicos y que debe aumentar el número de plazas. Señalar que el número de estudiantes de medicina ha aumentado un 55% en 10 años en el total de 47 facultades de Medicina y las previsiones se dirigen a una sobresaturación en el medio plazo.
En los últimos 12 años, la población española ha aumentado en 1,3%, mientras el número de médicos en ejercicio ha aumentado un 18%, no incluyendo (o sí, ninguna estadística lo confirma) decenas y decenas de médicos sin especialidad homologada o sencillamente sin especialidad que les debería incapacitar para trabajar, aunque el sistema calle y permita su trabajo. España es el país de la Unión Europea número 1 de médicos en ejercicio por 1000 habitantes, casi duplicando al resto de Europa; con estas cifras, no es creíble que en España falten médicos.
Las CCAA son las responsables del buen funcionamiento del sistema. Y el M.S. en ese toma/daca les achaca que el problema de la sanidad en realidad se reduce a mala gestión de recursos y ello es responsabilidad y competencia exclusiva de las CCAA.
Los datos publicados son difícilmente contrastables con otros países de nuestro entorno, con diferente sistema de atención. Si en España el hospitalocentrismo es el factor sanitario dominante, en el resto de países europeos los datos son más perversos. Para España, el 55% de médicos trabajan en el subsistema hospitalario y el 25 % en atención primaria, con un aumento del 18% y del 3 % respectivamente respecto a los 10 años previos. El número de médicos por 1000 habitantes es un indicador de la calidad de la atención, pero no el único ni el más relevante. Si así fuera, Navarra tendría mejor sanidad que Madrid o Cataluña y peor que Aragón o Extremadura; pero nadie podría defender con racionalidad esta premisa.
Además de estas 2 fuerzas (casi)enfrentadas, Ministerio y CCAA, existen otras fuerzas sociales, más sindicadas, que señalan las necesidades a futuro de médicos y el escaso presupuesto destinado a la sanidad. Respecto a los recursos económicos, dinero, este ha aumentado un 25 % respecto a los 5 años anteriores. Pero este factor, una vez satisfecho ciertos mínimos, no es un factor relevante. Sirva de ejemplo que Navarra está entre las 3 CCAA que más gastan por habitante, pero entre las 3 CCAA que menos gastan respecto al PIB, un 30% menos que Murcia o un 50% más que Madrid. Los estadounidenses pagan por la sanidad mucho más que otros países desarrollados y no obtienen mejores resultados.
Otro actor del sistema, el paciente sujeto activo quien ejercita su derecho a opinar. Y su opinión, encuesta tras encuesta, es francamente desfavorable. Hemos pasado de valorar con notable alto (7,3) la atención primaria hace 10 años a un 6,2 en la actualidad; los indicadores para atención especializada son similares. El tiempo medio de espera en atención primaria es de 9 días, y de 113 días para cirugía no urgente (en 10 años ha aumentado un 74%) con grandes inequidades territoriales; País Vasco y Madrid, presentan las mejores cifras. Solo Andalucía está peor que Navarra en tiempo de espera para consulta con especialista, en el total nacional. Pareciera como si el sistema funcionara bien exclusivamente en los casos urgentes.
Y estos datos conviven de manera perversa con faltas de asistencia a las consultas, que superan el 7%. Ello ha motivado en Navarra a normativizar la expulsión de las listas a quienes no acudan a la cita sin justificación: a grandes males, grandes remedios
Cuando el dolor, la incapacidad, la desestabilización y la falta de expectativas hacen acto de presencia, estamos abocados a asumirlas, a revelarnos y buscar alternativas, dentro o fuera del sistema. Casi 13 millones de españoles (un 27 % del total) han recurrido a los seguros privados con Madrid y Cataluña en primicia, por una pérdida de calidad percibida en lo público. De ser un complemento puntual a la sanidad pública, los seguros privados se han convertido en el sustituto de la misma. Y la tendencia es creciente, con más de la mitad de los hospitales de España de titularidad privada; hagamos un símil en Navarra. Si la tendencia continua, la sanidad pública se convertirá en marginal y para marginales.
Respecto a los profesionales médicos (extensible a otros estamentos) son distópicos; forman parte activa y tienen conocimiento y experiencia para implementar medidas, pero sus opiniones son testimoniales, pura fachada. Nadie conoce su opinión o, al menos, no está encuestada/publicada. Pero sí es conocedor que el 53% de las consultas son teleconsultas cuando son muy conscientes que el mayor y más eficiente desarrollo tecnológico en la consulta es la silla (Marañón) que conlleva el contacto físico y verbal que nada mas lo puede sustituir; la cultura del rendimiento ha desplazado a la cultura del humanismo y confort emocional. Esta medida, oportunista en un primer momento por la pandemia, se ha establecido e incluso cronificado, con tendencia al alza. Algunas de las actividades que estos realizan se han convertido en un fin en sí mismo; las pruebas diagnósticas sin justificación, no aportan valor añadido y conllevan la trivialización de la medicina; las guardias de 24 horas es esclavismo. Realizar actividades burocráticas (bajas laborales) no conllevan un plus en la calidad de trabajo ofertado. La Fundación Galatea señala que el 35 % de los médicos están quemados (burnout) en su trabajo. Todo ello y otras más, son causa del descalabro del orgullo de pertenencia que antaño lo hubo.
La Administración es endogámica en cuanto a implantación de medidas resolutivas. Lo que la oposición critica, es asumido sin rubor cuando alcanza el poder. No ven otras alternativas y más en una situación en que quienes ocupan cargos medios de gestión repiten elección tras elección, aguavinos de las iniciativas. Los argumentos utilizados tanto por el Gobierno como por la oposición son falacias ontológicas, un copia y pega de lo ya existente.
Hace 46 años que se celebró la Conferencia Internacional de Alma Ata sobre Atención Primaria. La sociedad ha evolucionado y los procesos crónicos y neurodegenerativos están en el pedestal en cuanto a pérdida de calidad de vida. Se necesitan cambios fundamentales que optimicen las medidas negociadas y acordadas entre todas las partes implicadas, también con la oposición, que aseguren otros 50 años de una medicina orgullo de país. El enroque continuo y la politización de la sanidad con su sectarismo ideológico, deben ceder el testigo a la corresponsabilidad compartida y gestión profesional.