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La internacionalización: oportunidad para Navarra

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Hay que celebrar lo que funciona bien en Navarra. La reciente publicación de DIARIO DE NOTICIASacerca de la importante captación de estudiantes extranjeros por parte de la Universidad de Navarra y de la Universidad Pública de Navarra (UPNA) es motivo de alegría.

Mientras tecleo esto en el ordenador, me acuerdo del que fuera entrenador de Osasuna, Pedro Mari Zabalza; no voy a negarlo: “Cuando nos confiamos somos muy malos”. Legendario. Por eso no basta con estar satisfechos (como no bastaría con estar preocupados, si la situación fuera la contraria). Hay que estar ocupados.

Me consta que las universidades lo están. Y ojalá que las distintas instituciones estén a la altura. Esto no es un juicio crítico. Conozco la complejidad de gobernar. Es la manifestación expresa de un deseo, que creo que es imprescindible para que Navarra y su ciudadanía se vean fortalecidas. No sólo por el buen hacer de nuestras universidades, sino el de las diversas instituciones que pueden apoyarlas de bien diversos modos.

La capacidad de nuestras universidades para acoger talento internacional es indudable. Y sus resultados son un buen indicador de lo que aportan ambas instituciones a nuestra Comunidad Foral.

Los intercambios o estancias internacionales no sólo benefician a los estudiantes que vienen aquí, sino a los nuestros, a los que comparten campus con ellos.

Además de enriquecer nuestras universidades, esas iniciativas ofrecen oportunidades de muy diversa índole para nuestra comunidad y su capital.

El impacto económico: una inversión de futuro

Uno de los aspectos cruciales de la internacionalización es su impacto en nuestra economía. Somos una comunidad universitaria. Sumemos las dos instituciones mencionadas a las prestigiadas UNED Pamplona y Tudela. Eso, además de aportarnos espíritu juvenil y vitalidad, nos abre a nuevos horizontes y posibilidades de crecimiento. Los estudiantes que llegan de países como Francia, Italia, China o Estados Unidos no sólo aportan diversidad académica, lingüística, cultural y social (lo cual no es poco), sino que también contribuyen a nuestra economía. Cada estudiante internacional invierte económicamente en Navarra. Ello se traduce en consumo local, desde el alojamiento hasta los servicios básicos, y afecta de manera directa en sectores como la hostelería, el comercio, el transporte, los servicios en general, etcétera. Pero hay algo más que el impacto económico a corto plazo:la llegada de estos estudiantes nos debe recordar que es clave intentar captar o retener talento (también el propio). Hoy, Navarra –que sufre, como occidente, no pocos males en determinados ámbitos–, tiene una oportunidad enorme de posicionarse como un referente en educación superior internacional. Debemos ser conscientes de que esta internacionalización es una apuesta a largo plazo, pero en la que ha de avanzarse día a día. Y no debe ser sólo una apuesta de las universidades, sino de todos los poderes públicos ya que constituye un motor económico estratégico.

Diversidad cultural, social y lingüística: el pilar de una educación transformadora

El intercambio de ideas, de idiomas y la diversidad cultural y social que traen consigo estos estudiantes extranjeros no sólo enriquece las aulas, sino que transforma para bien a nuestra sociedad. Los estudiantes internacionales no vienen sólo a aprender, sino también a enseñar. Lo mismo pasa con los nuestros cuando van a estudiar a otros países. Ese es el sentido de los intercambios a cualquier nivel con países extranjeros. Recuérdense los programas de estancias e intercambios en Francia que iniciamos en los tiempos en que tuve el honor de ser consejero de Educación en Navarra, que luego han proseguido tras mi mandato. ¡No podíamos desaprovechar la oportunidad de tener frontera con Francia! Ello viene redundando en beneficio de muchos estudiantes y de su futuro.

En definitiva, y con respecto a todo tipo de estancias educativas o intercambios internacionales y en concreto con los universitarios: si aprovechamos, respaldamos y potenciamos al máximo esta oportunidad, Navarra puede convertirse en un referente de educación superior no solo en España, sino en toda Europa.

*El autor es exconsejero de Educación de Navarra