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Tribunas

Pedro Oria

Invierno, clima e inundaciones en el Pirineo

Todo va apuntando a ver fenómenos cada vez más súbitos: nevadas de récord fuera de temporada, temperaturas desbocadas en pleno enero o déficits de humedad muy impactantes en verano

Invierno, clima e inundaciones en el PirineoEFE / Jesús Diges

La región transfronteriza pirenaica presenta un doble reto en cuanto a la adaptación al cambio climático y a la posibilidad de más lluvias intensas e inundaciones: es un área especialmente sensible al cambio climático, ya que sabemos que las alteraciones en las variables físicas como la temperatura, la humedad o la precipitación son más acentuadas en áreas de montaña. Al mismo tiempo el hecho de tener un relieve complejo dificulta realizar proyecciones detalladas ya que la señal de cambio climático tiende a mezclarse más fácilmente con fenómenos de tipo local.

En el caso concreto de las inundaciones, identificamos muchos episodios en los últimos 30 años a ambos lados de la muga: la inundación repentina sobre el camping de Biescas en 1996, las de junio de 2013 en la Cuenca de Pamplona y valle de Arán y Benasque, julio de 2014 en Baztan y Baigorri, junio de 2018 en Bearn u octubre de 2012 y diciembre de 2019 y 2021 en el conjunto del Pirineo occidental. Entre 1996 y 2015 el Consorcio de Compensación de Seguros abonó 15,2 millones de euros por daños derivados de las inundaciones en el conjunto del Pirineo español y, lo que es peor, se cuentan casi un centenar de fallecidos, la mayoría en la trágica tarde de ese 7 de agosto de 1996 en el barranco de Arás, junto a Biescas.

Es evidente que tenemos un largo historial en estos últimos años, pero no obstante, desde el punto de vista científico, es difícil aseverar de manera rigurosa si en esta parte del mundo las inundaciones van a más o a menos, o si en promedio son más intensas las lluvias o el deshielo que alimentan esas inundaciones. Es complicado también porque tenemos una influencia muy acentuada de dos masas de agua de muy distinta naturaleza, como son el mar Cantábrico y el Mediterráneo, que están experimentando además cambios drásticos, al menos en cuanto a la temperatura superficial, lo que favorece grandes tasas de evaporación y, seguramente, mucha mayor eficiencia a la hora de convertir vapor de agua en precipitaciones más intensas.

Megaincendios de montaña

Sin embargo, a tenor de lo visto en los últimos años en el Pirineo o en la otra gran cordillera montañosa del sur de Europa que son los Alpes, todo va apuntando a ver fenómenos cada vez más súbitos: nevadas de récord fuera de temporada, temperaturas desbocadas en pleno enero o déficits de humedad muy impactantes en los meses de verano. Esto último es seguramente lo más preocupante, ya que se empieza a vislumbrar la posibilidad de megaincendios de montaña sobre bosques pirenaicos, en muchos casos sin limitación de combustible. Por supuesto, más a largo plazo, también está el signo más icónico de estas tendencias que es la pérdida de las masas glaciares y su impacto en ecosistemas de montaña. Es como si fuera una pequeña representación de lo que llevamos viendo décadas en el punto más caliente del cambio climático a nivel global, que es el Ártico.

Hay algunas pruebas de lo anterior como el hecho de que en una parte importante del Pirineo y Prepirineo español va dominando la lluvia otoñal frente a la precipitación invernal, seguramente por una mediterraneización en el régimen de precipitaciones. Por otro lado sobre el conjunto del Pirineo el invierno de 2022/2023 fue el más cálido en muchas décadas, aunque es perfectamente posible que pudiéramos extenderlo a siglos, con anomalías en altura de cerca de 3ºC sobre el promedio 1991-2020. En el pasado invierno de 2023/2024 seguramente se marcó un hito en cuanto a ver varios episodios de precipitaciones en forma líquida a cotas muy altas (~2000 m) en los meses más fríos del año. Las proyecciones futuras apuntan a que el régimen estacional de lluvias también se verá modificado, con caudales más elevados en invierno (llueve más y nieva menos), deshielos más tempranos y estiajes más prolongados.

Y, ¿qué nos deparará este invierno? Para muchos, tener aquí cerca el Pirineo y acercarse la temporada invernal es sinónimo de ilusión, de salidas al monte para descubrir otra vez el paisaje teñido de blanco. Hemos empezado con un episodio muy sobresaliente de nieve, viento y agua pero, de momento, las predicciones solo son claras en volver a apuntar a un invierno con gran probabilidad de temperaturas promedio muy por encima de lo normal, tal y como han sido las últimas estaciones, aunque esto ya no sea noticia.