En la madrugada del pasado domingo falleció en Cambridge (Massachusetts, USA) Marysa Navarro Aranguren (Pamplona, 1934), una de las figuras más relevantes del exilio republicano navarro. Su padre, Vicente Navarro Ruiz (Cárcar, 1887-Montevideo, 1964), maestro de Aoiz y de Falces, inspector de Primera Enseñanza y militante de Izquierda Republicana, tuvo que fugarse de Pamplona en julio de 1936. El año siguiente fue nombrado en Bilbao vocal de la directiva de la UGT de Navarra formada con evadidos de la llamada zona nacional.
Mientras tanto, su esposa y tres hijos (Alberto, Dorita y Marysa) fueron internados en el convento de las Adoratrices de Pamplona hasta que en 1937 pudieron ser canjeados y la familia pudo reunirse en la capital vizcaína. Terminada la guerra, las vicisitudes del padre, que estuvo internado en los campos de Argelès-sur-Mer y Gurs, les llevaron a residir en las inmediaciones de Lyon, Biarritz, Pau y Bayona, donde el miedo que pasaron por los taconazos de los soldados alemanes y sus perros dejaron a los tres niños un recuerdo indeleble. Al término de la Segunda Guerra Mundial su padre envió a Marysa a examinarse por libre a los institutos de Pamplona y Calahorra con la idea de un pronto regreso a España.
Sin embargo, tras la muerte de Alberto y reunirse con Dorita (fallecida hace unos años en Montevideo), que había estado diez años en la Unión Soviética, en 1948 emigraron a Uruguay. Marysa estudió Historia en Montevideo, pero en 1958, gracias a una beca, ingresó en la Universidad de Columbia (Nueva York), donde hizo un máster en Historia que terminó en 1960. Poco después empezó su tesis doctoral, Argentine Nationalism of the Right: The History of an Ideological Development, 1930-1946, que defendió en la Universidad de Columbia en 1964 y publicó en español en 1969 con el título Los Nacionalistas.
Al poco tiempo empezó a dar clase de Historia en varias universidades (Rutgers University, Yeshiva University, Kean College of New Yersey y Long Island University) y en 1967 solicitó un puesto de Assistant Professor en Dartmouth College (New Hampshire), perteneciente esta última a la Ivy League, una de las ocho universidades americanas fundadas por los británicos antes de la Revolución Americana. Su nombramiento en 1968 le convirtió en la primera profesora de esa prestigiosa universidad, en la que fue directora del Departamento de Historia (1982-1985) y decana asociada de Ciencias Sociales (1985-1989). Esos años trabajó por la admisión de profesoras y alumnas, incluidas las pertenecientes a las minoría étnicas.
Cabe señalar que Marysa Navarro ha sido una de las primeras estudiosas en reflexionar sobre los encuentros feministas latinoamericanos y el lento surgimiento del segundo movimiento feminista en el continente. En este sentido impulsó encuentros y debates teóricos en torno a la creciente movilización de las mujeres latinoamericanas en las últimas décadas del siglo XX. Así, intervino en el encuentro que tuvo lugar en Bogotá (1982), en el que las participantes decidieron declarar el 25 de noviembre Día Internacional de la No Violencia contra las Mujeres en memoria de tres hermanas asesinadas por las fuerzas del general Rafael L. Trujillo. Ya en 1999, las Naciones Unidas asumieron esa declaración oficialmente.
A principios de los setenta, se dedicó a estudiar la figura de Evita Perón, pues sobre ella había dos imágenes antitéticas. El propósito de Marysa Navarro fue tratar de entender quién era la mujer que se escondía debajo de la mitología evitista, por qué y cómo se había convertido en un símbolo tan poderoso del Peronismo. Sus trabajos al respecto, que continuaron tras haber publicado su biografía en 1981, han hecho que sea considerada la especialista por excelencia en esa figura histórica.
Su preocupación por los estudios feministas la llevó a emprender un proyecto ambicioso para incentivarlos en Latinoamérica. En 1988 colaboró en la puesta en marcha del Restoring Women to History (Restaurando a las mujeres a la historia). En 1990, la Fundacion Ford organizó un comité para fortalecer el intercambio entre investigadoras norteamericanas y latinoamericanas y ella fue nombrada directora del proyecto financiado con sus fondos y administrados por LASA (Latin American Studies Association). También codirigió una colección de cuatro volúmenes con artículos europeos y estadounidenses traducidos al español sobre las cuestiones de género con el título genérico Un nuevo saber. Los estudios de mujeres.
Marysa fue presidenta de LASA, su representante en la delegación enviada a Centroamérica para observar los Acuerdos de Paz de Esquipulas II, que en 1987 pusieron fin a los conflictos armados en la región. En 1993 formó parte de la delegación de LASA que supervisó las primeras elecciones libres que tuvieron lugar en Paraguay después del derrocamiento del general Alfredo Stroessner.
En 1990 fue nombrada miembro de la Commission on Institutions of Higher Education of the New England Association of Schools and Colleges, NEASC (Comisión de Instituciones de Educación Superior de la Asociación de Escuelas y Universidades de la Nueva Inglaterra), que evalúa y acredita todas las universidades de ese territorio.
Su dilatada experiencia docente en Historia Latinoamericana y sus investigaciones sobre las mujeres se ponen de manifiesto en que hasta su jubilación, en junio de 2010, ha sido invitada como profesora visitante por una quincena de universidades de América y Europa. A lo largo de su trayectoria académica ha sido galardonada por la Universidad de New Hampshire, el Gobierno de Buenos Aires, el Dartmouth College, etcétera. Además, su universidad la nombró catedrática emérita y le concedió un prestigioso premio a la excelencia docente.
También ha sido miembro de consejos editoriales de varias revistas de temática femenista: Signs: Journal of Women and Culture in Society, publicada por la prestigiosa Universidad de Chicago, Revista de Estudios de la Mujer, Política y Cultura y Debate Feminista (las tres de México), Revista Estudos feministas y Cadernos Pagu (ambas de Brasil).
En los últimos años ha seguido residiendo en Estados Unidos, pero con largas estancias en Argentina y Uruguay. De todos modos, siempre ha mantenido sus vínculos con Navarra, en donde visitaba a sus familiares y amigos de Pamplona, Funes y Aoiz, sobre todo en las últimas décadas, aprovechando sus viajes para dar cursos en la Universidad del País Vasco, participar en congresos, etcétera.
Fruto de sus contactos con profesores de la Universidad Pública de Navarra fue su colaboración con la revista Huarte de San Juan. Geografía e Historia, de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales, que publicó su semblanza en su número 21 (2014). En reconocimiento a su trayectoria docente e investigadora en 2017 la UPNA la nombró doctora honoris causa. Goian bego. l
El autor es profesor honorario de la UPNA