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Psicoterapia e Inteligencia Artificial (IA)

Psicoterapia e Inteligencia Artificial (IA)Freepik

Muchos ámbitos de la vida cotidiana están cambiando por el empuje de la Inteligencia Artificial (IA). La psicología, y más concretamente la psicoterapia, no es ajena a estos cambios, y es posible que en breve lo veamos en el tratamiento de las afecciones psicológicas que nos afectan a las personas.

Hasta hoy, hemos entendido la terapia de la psique (palabra de origen griego que significa alma), como un tratamiento a lo más propio de la persona, su alma, ejercido por un profesional preparado y autorizado que utiliza medios psicológicos para ayudar a resolver problemas de distinta índole, como pueden ser conductuales, emocionales, relacionales, de salud, etcétera, y desde algunos modelos llamados existenciales también buscan el desarrollo de la persona en todas sus potencialidades, incluida la búsqueda de sentido. Un profesional que generalmente ha cursado un Grado Universitario en Psicología, con una especialidad posterior entre uno y tres años para obtener la titulación sanitaria o clínica, y que si se ha querido homologar en alguna orientación psicoterapéutica dentro de los requisitos de la FEAP (Federación Española de Asociaciones Psicoterapéuticas) ha cursado 600 horas de formación, varias de ellas en terapia personal.

A partir de ahora el futuro indica que en muchas ocasiones será una máquina quien atienda a potenciales pacientes o clientes.

La IA está transformando todos los ámbitos de la vida, superando con creces las capacidades humanas, en algunos campos desde hace ya décadas, como por ejemplo, las calculadoras.

En el ámbito de la psicoterapia, una actitud básica en todas las orientaciones es la empatía, esa capacidad de entender al paciente y trasmitirle que le hemos entendido, pues bien, esta actitud que parece tan exclusivamente humana, puede ser desarrollada por una máquina, y hacernos creer que nos está entendiendo, incluidos sus gestos articulados. Y si no existe ya, no es más que cuestión de desarrollo tecnológico para que llegue.

Muy probablemente la IA reemplazará a muchos psicoterapeutas humanos, aunque seguramente no será a la vez y no a todos los terapeutas, pero sí probablemente a la mayoría de ellos, y todo apunta que será mucho antes de lo que pensamos. No podemos subestimar la capacidad de las máquinas para ponerse al día. ¿Quién se podía imaginar, no hace tantos años, que una máquina sería tan buena para el reconocimiento facial, la música, pintar cuadros, diagnosticar enfermedades, o programar...?

Creo que es indiscutible que estos futuros psicoterapeutas informáticos serán notablemente más baratos, fácilmente accesibles, sin listas de espera, disponibles las 24 horas del día y los 365 días del año capacitados en todas las técnicas de terapia y con experiencia en el tratamiento de todo tipo síntomas. Además estarán menos sujetos a prejuicios que la mayoría de los psicoterapeutas humanos, y será muy fácil hablar con ellos sin vergüenza, ni pudor.

Aunque tenemos que reconocer que los riesgos de estos psicoterapeutas informáticos son muy elevados y podrían causar un gran daño, como por ejemplo el cometer errores terribles y tener la habilidad de mentir para encubrirlos o dar respuestas completamente equivocadas, o incluso difundir información errónea de manera convincente y manipulada con fines de lucro o control gubernamental. Sin duda la IA puede ser la peor invasión de la privacidad de la historia y la mejor forma de control del pensamiento y manipulación social.

A pesar de que ya hay intentos de cierto control de su utilización por parte de los gobiernos, sabemos que la toma de decisiones sobre el futuro de la IA está en manos de un pequeño número de corporaciones muy poderosas, que ya obtienen una gran riqueza, y que influyen poderosamente en los gobiernos y ciudadanos. Una objeción importante a la IA es que no tiene sentimientos ni consciencia, o empatía verdadera. Como consecuencia, no voy a sentir lo mismo, no me va a afectar de la misma manera, si una persona me acepta, me comprende o está interesada en mí, que si me lo dice una máquina.

Si bien, como hemos visto, la IA puede ofrecer ciertas ventajas, tiene algunas limitaciones importantes cuando se trata de salud mental, como la falta de una verdadera empatía, ya que carece de inteligencia emocional, y no tiene emociones como un psicoterapeuta humano. Otra limitación de la IA es la incapacidad para construir una buena relación. Establecer una fuerte alianza terapéutica y una buena relación es crucial en psicoterapia. Generar confianza y formar conexiones significativas con sus clientes-pacientes, es un aspecto vital del proceso terapéutico. Finalmente la confidencialidad y la privacidad son primordiales en la psicoterapia. Los sistemas de IA pueden generar inquietudes éticas con respecto a la seguridad de los datos y la posibilidad de que la información confidencial se manipule o utilice indebidamente.

Finalmente la IA puede ser una herramienta valiosa en el apoyo a la salud mental, y si un paciente no busca más que aplacar sus síntomas, quizás le baste con acudir a un psicoterapeuta de IA. Pero si lo que la persona realmente desea es comprender sus profundidades e interpretarlas más adecuadamente, para poder fluir y manejar mejor su vida, con menor angustia y mayor transparencia, en definitiva, alinearse con el sentido de la vida, entonces la IA se le quedará limitada.

El autor es psicólogo clínico