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Avanzar hacia una política de seguridad y defensa europea

Avanzar hacia una política de seguridad y defensa europeaEP

Es indudable que la Unión Europea nació como un proyecto de paz. Nació para evitar la violencia y garantizar la convivencia pacífica dentro y fuera de nuestras fronteras. Nació para combatir la pobreza, la degradación medioambiental y las injusticias que alimentan los conflictos armados. Ese proyecto de paz y desarrollo global es hoy más necesario que nunca. Ahora que otros renuncian a su papel y se repliegan en sus fronteras, el liderazgo de la UE se vuelve aún más imprescindible.

Decía Paul-Henri Spaak, gran defensor del multilateralismo y arquitecto de la UE, la OTAN y la ONU, que en Europa solo hay dos tipos de países: los países pequeños y los países que aún no saben que son pequeños.

Esta afirmación, ya acertada a mediados del siglo XX, hoy debería ser un dogma de realidad. Hablemos claro: vivimos una época de gran incertidumbre internacional. Es evidente que el orden internacional está cambiando. Lo que sí sabemos con certeza es que ya no podemos seguir confiando en la buena voluntad de los demás. No podemos vivir al albur de los cambios de opinión y liderazgo que se produzcan en Washington o Moscú.

Los europeos y las europeas debemos, aún más, ser dueños de nuestro propio destino y debemos poder influir en el destino del mundo, porque muchos de los desafíos a los que nos enfrentamos solo pueden abordarse de forma global.

A lo largo de los últimos 80 años, Europa se ha enfrentado a desafíos formidables: la Segunda Guerra Mundial, la escalada nuclear y la fractura geográfica como consecuencia de la Guerra Fría, los cortes energéticos y la espiral inflacionaria provocadas por las crisis del petróleo de los años 70 del siglo pasado, las guerras de los Balcanes, la amenaza yihadista, la crisis del euro, el Brexit, las emergencias climáticas (como la DANA de Valencia) y, por supuesto, la terrible pandemia de la Covid-19.

A todas esas crisis, la Unión Europea supo responder con más unidad, con más integración en tres planos: el económico, el social y el político. Viéndonos, desde la progresiva interrelación entre los distintos países europeos, convertirnos en un solo pueblo y construir nuestra segunda patria: Europa. Un espacio político, institucional y social caracterizado por los mayores estándares mundiales e históricos de paz, libertad y progreso económico y social.

Hoy nos enfrentamos a una nueva crisis, provocada por el regreso del neoimperialismo ruso de Putin y un giro copernicano en la política militar y económica estadounidense con la llegada al poder de la segunda administración Trump.

Dos cambios tectónicos que nos obligan a los europeos y europeas, una vez más, a dar un paso al frente, a ser valientes y a culminar nuestra integración en tres planos pendientes desde hace décadas: el de la política exterior, el de la seguridad y la defensa, y el de la competitividad, para crecer aún más gracias a una mayor interacción económica.

Hasta hace poco, esa realidad no era un problema prioritario. Ahora lo es. Porque el escenario ha cambiado, y no por nuestra culpa ni por nuestra voluntad. En Europa seguimos creyendo que la diplomacia y la prosperidad compartida son las mejores herramientas para fraguar una estabilidad global.

Pero ya no podemos asumir que otros protegerán nuestros cielos, nuestras infraestructuras o nuestras fronteras; nuestro sistema de vida, de progreso, derechos y libertades, en definitiva. Tendremos que hacerlo nosotros y nosotras, de forma inteligente, eficaz y coordinada. El momento es ahora: avanzar hacia la integración de una política de seguridad y defensa europea.

La posición del PSOE, así como del Gobierno de España expresada por el presidente Sánchez, es clara y contundente: ahora que otras potencias se repliegan o socavan el multilateralismo, Europa debe comprometerse aún más en la resolución de los grandes desafíos globales. Y que este esfuerzo adicional en seguridad no se hará en detrimento de nuestro Estado del Bienestar. Al contrario: servirá para complementarlo y defenderlo. Se trata de nuestro sistema de paz, convivencia, derechos y libertades.

Porque nos dijeron en 2018 que había que elegir entre crear empleo y mejorar las condiciones laborales. Que no se podían hacer ambas cosas. Y demostramos que no era cierto: un millón y medio de nuevos puestos de trabajo desde la aprobación de la reforma laboral. Creamos el 30% de los nuevos empleos en Europa. Ahora, los mismos que decían que combinar todo esto no era posible vuelven a la carga, y hablan de elegir entre la seguridad y el bienestar de la gente. Pero el PSOE y el Gobierno de España volveremos a demostrar que esa dicotomía es falsa. Que una economía como la nuestra –en Navarra y en España–, que crece cuatro veces más que la media europea, que tiene sus cuentas saneadas y que goza de la confianza de los inversores extranjeros, puede hacer ambas cosas.

Europa solo influirá en un mundo multipolar si sabe comportarse como un bloque cohesionado en política exterior, de seguridad y defensa, y profundiza nuestro mercado único para ganar competitividad y diversificar nuestras alianzas comerciales y de inversión.

Los europeos/as, los españoles/as y los navarros/as no somos una amenaza para nadie. Pero tampoco queremos sentirnos amenazados. No vamos a atacar a ningún territorio, pero vamos a defender el nuestro con el mejor talento y las mejores tecnologías que existan.

Y, además, vamos a asegurarnos de que los frutos de este esfuerzo industrial que nos toca hacer beneficien a Navarra, España y Europa. Que sirvan también para crear empleo y empresas, y continuar con el fortalecimiento de nuestra industria, emprendida desde hace siete años en todo nuestro país a través de los Fondos Next Generation. Como hicimos que la respuesta a la pandemia de la covid sirviese para estimular nuestra economía y modernizarla en clave verde y digital.

Vamos, en definitiva, a garantizar a la vez la seguridad de Navarra y España, su posición en Europa y su compromiso con la paz, al mismo tiempo que el Estado del Bienestar y la transición ecológica. Lo hemos conseguido en estos siete años y lo volveremos a lograr. Ese es nuestro plan y ese es nuestro compromiso.

El autor es senador por Navarra