Continúa el debate el debate sobre el peso que debe tener la digitalización a nivel educativo. Las evidencias contrastadas en múltiples investigaciones no dejan lugar a dudas: el uso indiscriminado de pantallas no funciona. Entonces, ¿qué podemos hacer? Buscar ideas a partir de diversas observaciones.
Como introducción, no podemos minusvalorar el efecto de las redes sociales en nuestras cabezas. Basta citar dos frases de Sean Parker, primer presidente de Facebook, en una entrevista realizada en 2017. En primer lugar, se plantea el “objetivo” de la empresa: ¿Cómo absorbemos la mayor cantidad posible de tu tiempo y tu atención consciente? Es la nueva economía. Reed Hastings, exdirector ejecutivo de Netflix, lo expone de otra manera: “nuestra competencia es el sueño de nuestros clientes. Deseamos que duerman menos y vean más las series incluidas en la programación que les ofrecemos”. Pasamos a la segunda frase: “Sabe Dios qué le estamos haciendo al cerebro de nuestros hijos”. No hay más comentarios.
Pasamos a valorar aspectos refrendados por investigaciones científicas. Comenzamos por otra frase reseñable de una educadora que instauró su método personal: María Montesori. “Lo que la mano escribe, la mente recuerda”. Esta idea es muy práctica. De forma sorprendente, extraña observar las pocas veces que toman notas las personas que acuden a una conferencia o charla divulgativa. No tiene sentido alguno, ya que pasado poco tiempo gran parte de lo oído se olvida. Lo más práctico es llevar papel y bolígrafo; así apuntamos los conceptos que nos parezcan más importantes, sea por conocerlos, saberlos o aplicarlos. Por esa razón los estudiantes deberían aprovechar más el tiempo escribiendo y menos leyendo. Se trata de ser proactivo.
Eso nos lleva al cono de aprendizaje de Edgar Dale, que estima los porcentajes de retención en la memoria después de 24 horas en tras una exposición de interés. Si nos han transmitido el tema en términos auditivos (escuchar), pasado ese tiempo recordamos el 5% El siguiente nivel es visual. Tras una lectura recordamos el 10%, si es una expresión audiovisual el 20% y si demostramos algo a otro compañero es el 30%. El nivel más avanzado es el kinestésico. Argumentar y discutir sirve para retener un 50%. Realizar prácticas un 75% y lo mejor, enseñar a otros: un 90%. Muchos profesores están de acuerdo en que la mejor forma de aprender es preparar y exponer una conferencia sobre un tema concreto. Sí: los conceptos se graban en nuestro interior de manera más efectiva mediante experiencias y actividades prácticas. Definitivamente, en teoría la teoría es igual a la práctica. En la práctica, no.
Se debe profundizar en nuestra relación con la tecnología y la naturaleza. Si la primera no mejora la calidad de vida es adicción. El contacto con la segunda estimula y aumenta nuestras capacidades y competencias. Recopilaciones como la realizada por Kathy Willis en su obra “las bondades de la naturaleza” lo demuestran.
Aunque existe un consenso claro sobre la limitación de uso de las pantallas, se mantiene la discusión sobre su posible eliminación. No vamos a entrar en ese debate. Sólo se van a proponer ocho posibles mejoras educativas. Uno, asegurar el derecho a la desconexión de las familias, alumnos y docentes. Dos: potenciar el uso de la memoria. Tres, enseñar a captar patrones. Cuatro, aumentar el contacto con el medio ambiente. Cinco, exámenes con respuestas abiertas. Un ejemplo: ¿cómo arreglarías las guerras? Seis, clases con tema libres donde se pueda preguntar cualquier cosa. Una asignatura interesante que se podría proponer sería una denominada ¿por qué? Siete, aumentar las exposiciones de los alumnos en público. Ocho, amplificar los instrumentos para aprender. El principal: medios digitales. Otros: escritura, dibujos o música.
El fomento de la lectura es, así mismo, prioritario. Sirve para aprender palabras nuevas y para amplificar nuestra visión del mundo. Lo decía Marco Aurelio: “tu reflexión será según tus representaciones”. Un vocabulario pobre conlleva una representación pobre. Por otro lado, en los libros con los que se trabaja se deben realizar resúmenes, esquemas para saber lo que pretende transmitir el autor. Cada semana los alumnos pueden escribir un diario personal donde recuerden su aprendizaje más importante.
Toda la enseñanza se resume en cuatro palabras. “Estar preparado es todo” (William Shakespeare). El desarrollo de las personas no se crea viendo películas, estando enganchado a las redes ni arreglando el mundo en una barra de bar. En este caso la solución viene de la mano, de nuevo, de María Montesori. “El crecimiento es producto de la actividad, no de la comprensión intelectual”
Muchos jóvenes están cansados de escuchar a sus padres, de forma reiterada, “tienes que estudiar”. Si el relato corto está de moda, se propone el siguiente para terminar la presente exposición. “Estudiar no es un fin. Es un medio indispensable para lograr un desarrollo personal sostenible que nos acompañe toda la vida”.
Economía de la Conducta. UNED de Tudela