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La carta del día

El ‘lehenbiziko’: entre la tradición y la ilegalidad ambiental

El ‘lehenbiziko’: entre la tradición y la ilegalidad ambientalCEDIDA

El pasado miércoles 14 de mayo tuvo lugar en la localidad navarra de Bera un acto festivo en torno a la pesca del primer salmón del año en el río Bidasoa, conocido como el lehenbiziko. Este acto, promovido por el Ayuntamiento de Bera y con el permiso del Departamento de Desarrollo Rural y Medio Ambiente del Gobierno de Navarra, pretendía rescatar una tradición popular vinculada a este emblemático pez migrador. Sin embargo, lo que se presentó como una celebración cultural ha derivado en un conflicto jurídico y ambiental de primer orden.

Desde la asociación AEMS-Ríos con Vida, que lleva más de 40 años trabajando por la defensa de los ecosistemas fluviales, hemos interpuesto un recurso de alzada ante el Departamento de Desarrollo Rural y Medio Ambiente del Gobierno de Navarra contra la autorización excepcional que permitió esta captura. Además, hemos comunicado estos hechos a la Fiscalía de Medio Ambiente.

¿Por qué recurrir una simple pesca simbólica? Porque no se trató de una anécdota, sino de un grave incumplimiento de la legalidad ambiental vigente. El salmón es una especie de interés comunitario europeo y en franco declive, considerada “elemento clave” de la parte del Bidasoa bajo estricta protección de la UE en la Red Natura.

Su población se encuentra en claro retroceso, tal como reconocen estudios técnicos y científicos del propio Gobierno de Navarra y de organismos europeos. Se encuentra oficialmente en “estado de conservación desfavorable”, tanto en España como en el resto de la región biogeográfica atlántica de la UE, tanto en su rango, población, hábitat, futuro inmediato y evaluación general de su estatus. Autorizar su captura, por simbólica que sea, sin una justificación sólida y sin cumplir las condiciones legales, supone vulnerar flagrantemente la normativa autonómica, nacional y comunitaria.

La Resolución 26/2025 que permitió esta pesca aduce “tradición” y “obtención de datos científicos” como razones para levantar la veda. Pero lo hace sin ningún informe técnico que lo respalde, sin establecer medidas alternativas y sin evaluar el impacto de esta acción sobre una especie en regresión. Además, se permitió esta captura cuando el cupo establecido para en estos tres últimos años ha sido de cero ejemplares, lo que contradice la normativa técnica de pesca fluvial aprobada para la presente temporada.

Por si fuera poco, el Ayuntamiento de Bera, que ha promovido activamente esta iniciativa, carece de competencias en materia de pesca y gestión de especies protegidas, que son exclusivas del Gobierno de Navarra. Su papel en este procedimiento ha excedido claramente sus atribuciones, y ha contribuido a promover una actuación más que preocupante a efectos de una supuesta responsabilidad.

Defender el patrimonio cultural y fomentar el turismo es, sin duda, legítimo. Pero no puede hacerse a costa del patrimonio natural y de las obligaciones legales que nos impone el ordenamiento de protección de la biodiversidad. Las tradiciones no pueden estar por encima de las leyes, y menos aún cuando afectan a especies en peligro y a ecosistemas gravemente alterados por décadas de presión humana. Las excusas del turismo y la cultura se han quedado en un flatus vocis o una mera excusa de mal pagador ante lo que ha sido un evidente abuso, arbitrario, irracional y e irrazonable. ¿Permitiríamos cazar un lince bajo esos pretextos?

Desde AEMS-Ríos con Vida no estamos en contra de la cultura, ni de la pesca recreativa regulada y responsable. Lo que defendemos es el cumplimiento de la ley, la protección

efectiva de nuestros ríos y la aplicación rigurosa de criterios científicos en la gestión de la fauna acuática. Actos como el lehenbiziko, tal como se ha desarrollado este año, envían un mensaje muy peligroso: que todo vale si se disfraza de fiesta o de tradición.

Esperamos que el Gobierno de Navarra, en su obligación como garante del interés público ambiental, anule de oficio esta autorización y se abstenga en el futuro de conceder excepciones injustificadas. Y confiamos en que la Fiscalía investigue los hechos y depure, en su caso, las responsabilidades que supuestamente pudieran corresponder

El salmón del Bidasoa no es solo un símbolo. Es un termómetro de la salud de nuestros ríos, un testigo silencioso del deterioro de los ecosistemas fluviales y una de las pocas especies migradoras que aún lucha por sobrevivir en nuestras cuencas. No merece ser convertido en trofeo de exhibición. Merece respeto, protección y futuro.

Los autores son miembros de AEMS-Ríos con Vida