Buscando la definición de meritocracia lo primero que llega a mi alcance es el enunciado que asume que se trata de un sistema en el cual las posiciones de poder y los beneficios sociales se distribuyen en función de los méritos individuales, como la inteligencia, el talento y el esfuerzo. Por lo tanto, dicho de otro modo, la competencia y dedicación individual son los factores que te acercan al éxito.

Sin embargo, ¿cuántas de nosotras asociamos la meritocracia al mero hecho de poseer reconocimiento en base la cantidad de títulos, principalmente universitarios o lingüísticos, que tenemos?

No me extraña nada la sorpresa ante tal discordancia de lo que es y deja de ser este concepto que rige y estructura la sociedad.

Para empezar, exime a aquellas personas que tengan una titulación de formación profesional, llamadas técnicos, los cuales, a diferencia de los que somos unos acumuladores de titulitis, rebosan de experiencia y conocimiento práctico que carecemos el resto hasta que no entramos en el mundo laboral. De ahí, que si os metéis en cualquier plataforma de búsqueda de empleo, se vea que predomina la demanda de este colectivo, colectivo al cual aparece que si perteneces, en ojos de la sociedad pareces ser inferior que aquella persona que ha obtenido una licenciatura, entre otras.

Por otro lado, volviendo a la definición con la que se abría esta carta, parece que somos totalmente responsables del éxito que podemos llegar a obtener a nivel social. Lo cual abre otra cuestión a replantearse seriamente: ¿Se da igualdad de oportunidades entre todos nosotros? ¿A caso no es bien sabido ya que el entorno socioeconómico que te rodea es un factor determinante para tu prosperidad económica?

En resumen y que cada una saque sus propias conclusiones, pero bajo mi punto de vista en esta sociedad se le está dando demasiado valor a algo que principalmente incrementa la desigualdad, que exime contemplar otro tipo de competencias personales que tiene la persona y está prevaleciendo, en boca, tal y como lo veo yo, de aquellos que gozan de una situación privilegiada, que la promoción de una persona y las recompensas que está obtenga se fundamentan en el desempeño y los logros económicos y académicos, excluyendo otros valores como el compañerismo, la inteligencia emocional, la creatividad, experiencia laboral, etc.

Por lo tanto, cada vez que escucho la palabra meritocracia no puedo evitar, siendo yo partícipe y privilegiada en algún aspecto de este circo social, vincularla con la incoherencia total.

La manzana envenenada, que te venden que te va a saciar el hambre, hasta que por tus circunstancias personales, empiece el veneno que esconde a actuar y te perjudique.