El capitán rojillo fue de los pocos (si no el único) que comprendió que delante suya tenía un derbi, con su intensidad y su garra. Recorrió kilómetros y kilómetros para intentar obstaculizar el juego de la Real Sociedad y estuvo más acertado en el lanzamiento a balón parado. Poco pudo crear ante el constante pelotazo desde la defensa, pero luchó a muerte todos los balones. Lo mínimo que se les puede pedir. Si todos los jugadores de la plantilla entendieran lo que es Osasuna como su capitán, bastante mejor le iría a este equipo.
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