La cabeza, me refiero. Porque éste, ateniéndonos a los discursos pronunciados en los prolegómenos, era un partido de cabezones, un choque entre navarros, en el que había que ver quién conserva en estado puro el gen de la tozudez, quien es más obstinado, más tenaz, a la hora de conseguir sus objetivos. Y ayer, de nuevo, volvieron a ganar los otros. No es que los rojillos no pusieran el suficiente empeño, porque incluso en el coscorrón, el de Esquíroz quedó entero y el de Andosilla acabó en el hospital; incluso fue ese futbolista que resume en su persona todas las paradojas de estas confrontaciones entre Athletic y Osasuna, Kike Sola (de Cascante, del Aluvión, adolescente de ida y vuelta de Lezama a Tajonar...) quien pegó primero. Pero, dicho esto, algo le pasa al equipo de Mendilibar en las neuronas que, de manera imprevista, se hunde en lagunas profundas. Parece como que por la cabeza de sus jugadores no hubiera lugar para el sosiego después del esfuerzo, para el manejo del tiempo de juego cuando cobran ventaja, para sujetar partidos que corren con el viento a su favor. Los rojillos llevaron el mando ante el Atlético de Madrid, mantuvieron a raya al Sporting y dominaron durante mas de una hora a un Athletic inofensivo y sin más recursos ni fútbol que la habilidad de Muniain (un navarro dipuesto a discutir la superioridad técnica de los vizcaínos...) y la testa de Llorente. Sin embargo, con solo eso -que no es poco-, metieron a Osasuna en una situación tan comprometida como amenazante es el calendario que le viene por delante. Estos tres últimos partidos han demostrado que puede que los rojillos tengan la cabeza bien puesta, que conservan muy interiorizado lo que hay en juego, pero que las piernas les tiemblan incluso a los más veteranos como Sergio y Ricardo, que les atenazan las dudas y la responsabilidad y que pierden el oremus pasando de un fútbol mandón y elaborado a lanzar el balón a cualquier parte del campo frente a un adversario en inferioridad numérica. Algo parecido le ocurre a Mendilibar, que arranca con un planteamiento muy elaborado y luego va despoblando las bandas para proteger la ventaja en el marcador y se encuentra que cuando las cosas se complican y necesita abrir el balón tiene a Camuñas y Cejudo sentados a su lado en la banda. En fin, va a hacer falta mucha cabezonería, muchas dosis de tozudez, en suma, mucho gen navarro, según la versión de Gurpegi, para revertir este mal estado, más anímico que físico, en el que parece sumido Osasuna. De momento, lo que viene encima es un fuerte dolor de cabeza.