Mejores sensaciones. Con espacios, Osasuna daba mejores sensaciones. Cómodo, sin la presión de ganar por obligación, los de Mendilibar manejaron el partido. Hasta que el Getafe apretó las tuercas. Con el gol, Osasuna dio un paso al frente porque necesitaba un punto que le diera la salvación y mereció el gol. El Getafe no tenía la pelota, lo fió todo a defender su renta y el acoso y derribo de Osasuna parecía no tener fin. Se hizo interminable el partido hasta que un contragolpe lo remató Pedro Ríos para llevar el delirio a la grada.
Desasosiego y transistores. Sobre el césped, el paso de los minutos transformó las ganas en desasosiego y cuando los transistores anunciaron el gol del Zaragoza en La Romareda, el vértigo dio paso al drama. Pero los de Mendilibar gestionaban el empate con solvencia y jugaban con el sistema nervioso de los locales. Para Osasuna un punto era la vida. Para el Getafe el abismo. Con el marcador en contra, Osasuna se desató y entonces apareció el mejor Ustari. Se masticaba el miedo cuando Pedro Ríos selló la victoria. Se prolonga la intriga.
Miedo a perder. Mendilibar, fiel a su estilo, ordenó que sus cuatro jugadores de arriba presionaran, quizá sabiendo que la salida del balón en defensa no es el fuerte de los madrileños. No se recuerda a la grada de Getafe celebrar un gol con tanto énfasis. Osasuna, de repente, sintió el miedo y se lanzó arriba como sólo lo hace Osasuna: todos a una. En cinco minutos, cuatro remates, uno de Kike Sola, otro de Camuñas y dos cabezazos de Pandiani. Contra todo y todos pudo un salvador Ustari, que sostuvo en pie a su equipo. El destino de Getafe y Osasuna se sabrá en la última jornada. El juicio final.