Iruña ha amanecido gris, con un cielo cargado de lluvia que se descuelga sobre los pañuelos rojos. Sus calles olían a vino derramado y tierra mojada después de que una dana amenazara con detener muchas de las actividades programadas. Pero los sanfermines no se rinden ante cuatro gotas –aunque la fiesta tampoco se detendría si cayeran cuatrocientos litros por metro cuadrado–. Durante este fin de semana, a pesar del frío y de la incomodidad de tener que sostener un paraguas además del cubata, todo apunta a que se mantendrá la tradición y aparecerá una avalancha de gente dispuesta a empaparse de fiesta.

De hecho, muchos de los visitantes y adeptos de San Fermín comenzaron a llegar el viernes y desde el sábado por la mañana el Casco Viejo ya se veía lleno, con camiones que descargaban bebida y provisiones para abastecer el bullicio que se avecina durante los próximos días. Entretanto, los camareros se convirtieron en trabajadores multitarea con el objetivo de atender a todos los clientes que llegaban y, a la par, acopiar los suministros recién llegados. “Nos imaginábamos que durante este finde todo iba a estar petado. Después, con los avisos de tormenta, comentamos que quizá no, pero... es imposible frenar la fiesta”, comentó Iker Garcés, vecino de Bilbao de 42 años, que llegó el pasado jueves con sus amigos y que, tras haber visto el encierro en la Plaza de Toros, se fue al Baviera a almorzar con cuatro amigos y continuó con la fiesta en el Bar Kiosko, ya que comenzó a llover y se cancelaron varios de los actos previstos, como la salida de la Comparsa de Gigantes y Cabezudos u otras actividades programadas para el público infantil –Kirolari Sport Kids, en la Media Luna; los toros de agua, en la calle Aralar; ¡Menudas fiestas!, en la Plaza de la Libertad, o Birjolastu JuegoReJuego, en la Taconera–.

Con todo, hubo quienes, con los pies hechoa sopa y la ropa blanca pegada al cuerpo, continuó la fiesta entre charcos de agua y de kalimotxo. “¡Aquí no se puede detener nada!”, gritó Raphael Leautáud, un francés de 27 años que llegó de madrugada a Pamplona en coche y que se encontraba lanzando sangría con sus amigos en la Plaza del Castillo. “Estamos haciendo nuestro propio Chupinazo”, bromeó.

Los bares contra el mal tiempo

A pesar de que se tuvieran que cancelar varios actos –y de que otras peligraran, como la corrida de toros o la quema de fuegos artificiales del viernes–, la actividad de los bares y el sector hostelero continuó por todo lo alto. Incluso, con más afluencia de la esperada. En el caso del mítico bar Río, ubicado en la calle San Nicolás, las fiestas se están comportando. “El 6 lo trabajamos entero y el resto de días estamos solo por la mañana para ofrecer un buen vermut a nuestros clientes”, mencionó Mariví Alzueta Unzué, cocinera del bar. De esta manera, parte de la plantilla llega a trabajar por las tardes con la intención de adelantar “algunas cosicas”, como los famosos pintxos de huevo. “Esperamos vender el finde entre 1.500 y 2.000 al día”, sopesó basándose en cómo fueron las ventas de los días anteriores –el de mayores ventas fue el 6, donde llegaron a las 2.200, aproximadamente–. “Hemos adelantado mucho para el finde porque queremos tenerlo todo preparado, organizado y bien hecho, pero sabemos que será cansado porque son días de mucha actividad”, añadió. En lo que respecta a las bebidas, Alzueta aseguró que lo que más se está consumiendo es vino y martini, típicas en los vermús.

De la misma manera, Julio Jurío Fresneda, camarero del Pasaje de la Jacoba, opinó que los Sanfermines de este 2025 están siendo “muy buenos, mejores que otros años” y que este fin de semana será “el toque final” de unos días “extraordinarios” que comienzan a las 9.00 horas y que concluyen a las 6.00 de la mañana del día siguiente. Asimismo, Jurío también destacó que el temporal ha contribuido con la buena clientela, ya que, al prescindir de actividades al aire libre, muchos optan por entrar a los bares, tomar algo y esperar entre copas a que la climatología mejore. “Y terminan quedándose todavía más de lo que tenían pensado porque se lo están pasando de lujo”, dijo riéndose.

Los hoteles casi completos

Las previsiones de ocupación de los hoteles de la capital navarra rondaban el 83,42%, de acuerdo con los datos ofrecidos por la Asociación de Hoteles de Pamplona. En otras ocasiones, lo común era que la gran mayoría de las habitaciones estuvieran reservadas de cara al fin de semana. No obstante, parece que este año las cosas han cambiado un poco en el hotel Maissonave, donde la media de ocupación ronda el 85%. Los primeros días –6 y 7– tuvieron habitaciones libres –entorno al 90% de capacidad–, pero los días en los que se han hecho más reservas han sido el 8, 9 y 10, momento en el que estuvieron a punto de llegar a tener todo completo. “El fin de semana volvemos al 90%, con habitaciones libres y a partir del 13 ya baja”, explicó Leire Alemán, directora del hotel. Parece que esto se relaciona con las preferencias del cliente típico, quien ya conoce las fiestas y sabe que los días en los que habrá menos aglomeración son entre semana –con todo, las calles siguen estando masificadas–, por lo que les resulta más cómodo. “Los usuarios suelen ser americanos (un 30%) a los que les gusta mucho la fiesta, las sociedades gastronómicas, conocen muy bien Pamplona y sigue la estela de Hemingway. También hay muchos franceses que acuden por proximidad y el resto es cliente nacional, aunque los primeros días hay mucho mexicano joven que viene a hacer la pamplonada, está un día y sigue su viaje por Europa”, explicó.

Por otro lado, el hotel también ofrece diferentes actividades, como un concurso de txarangas –que anima la calle y que provoca un vermú musical–, tertulias del encierro con Teo Lázaro o los toricos de ruedas. “Se crea muy buen ambiente en la calle y eso anima a que mucha gente entre en la cafetería, que está abierta hasta las 00.00 horas. Y hay mucha gente, así que esperamos que durante el finde esta cantidad de gente se mantenga y, sobre todo, que disfruten de lo que les estamos ofreciendo”, concluyó Alemán.

Al mal tiempo, buena fiesta

Varios jóvenes que acababan de llegar a la estación de autobuses de Pamplona. Javier Bergasa

Después de pasar una noche entera en carretera, Clara López, Violeta Pelayo –oriundas de Madrid de 23 años– y sus amigas se desperezaron con el primer kalimotxo de los Sanfermines en frente de la estación de autobuses para “comenzar la fiesta. Somos unas liadas y nos gusta venir todos los años cuando podemos”, señaló Clara. Por lo general, sus respectivos trabajos les obligan a tener que vivir unos días intensos, de dormir poco, pero “disfrutar mucho. El ambiente es único. De hecho, casi que preferimos estar el fin de semana porque dicen que hay mucha gente y es muy divertido charlar con gente en los toros y bailar con las txarangas”, apuntó Violeta. En lo que respecta al temporal, no les importa. “Si no nos mojamos por la lluvia, ya nos mojaremos con los cubatas que se nos caigan encima. Y lo mismo es, solo que en los bares en lugar de estar en la calle”, se rió Violeta. Porque ellas, como el resto de Pamplona, siguen a pies juntillas el refrán que versa: al mal tiempo, buena cara. Y que siga la fiesta.