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Zurekin

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lA temporada se jugaba en 90 minutos y la grada rojilla, con experiencia en finales de infarto, dio la cara. Aunque se sabía que las posibilidades de descenso eran pocas, la tensión se palpaba. Pero también la euforia contenida. Un Riau riau con las bufandas en alto, las gargantas a punto y las ganas de quedarnos en Primera fueron los primeros síntomas de que lo que se iba a vivir era una fiesta. Conforme avanzaban los minutos, las canciones de toda la temporada iban saliendo. Pero el gol rojillo no llegaba, y los seguidores con radio se erigieron en líderes que concentraban a los aficionados en pocos instantes. Que si gol del Getafe, que si eso nos beneficiaba o no, que si el Depor bajaba, que el Mallorca perdía… El debate estaba abierto. Pero a escasos minutos para que acabara la primera parte, Cejudo se encargó de zanjarlo. Gol y fiesta. Fuera quinielas y cálculos, empezaba la pretemporada sanferminera. Y los jugadores estaban invitados: a Walter se le ovacionó, como a Cejudo, Neko y Patxi. Tres jóvenes de Grada lateral se encargaron de demostrar que hay cantera rojilla para rato e iniciaron una ola que recorrió todo El Sadar, y los tradicionales Don Pepito y Don José se saludaron y cantaron por todas las esquinas. También Mendilibar se llevó un reconocimiento especial: "Mendilibar, oé, oé, oé". Los tres pitidos finales contribuyeron a que la fiesta se hiciera más grande. Porque Osasuna, beti zurekin.