pamplona. ¿Se afrontan las vacaciones de otra forma sabiendo que a la vuelta va a ser un integrante más del primer equipo de Osasuna?

La verdad es que sí. De momento, las vacaciones van a ser más tranquilas que en años anteriores, cuando me venía para casa pendiente de una llamada del club sobre qué iba a pasar conmigo, si iba a continuar o no, pero desde hacía tiempo sabía que mi representante y el club se habían puesto de acuerdo para ampliar la renovación. Me quedé un par de días después de Polonia para dejarlo todo arreglado y luego disfrutar de las vacaciones.

¿Qué fue lo primero que hizo cuando se lo comunicaron?

Llamar a mis padres. Ya estaban al tanto de todo, pero cuando firmas ya se termina. La segunda llamada para una persona que me ha ayudado mucho, como Enrique Martín. Se lo quise decir a ellos lo primero lo feliz que estaba de que Osasuna confiara en mí y ahora espero devolverles la confianza que han depositado en mí.

Es de imaginar que en su círculo más cercano la progresión que lleva como jugador les habrá generado un gran orgullo.

En la pasada temporada ya disfruté de algún minutillo en el primer equipo y mi familia y mis amigos se llevaron una gran alegría al saberlo. Esperan mucho de mí. Los primeros días también tuve que atender a los medios de comunicación de la isla. Es una buena noticia, porque de aquí no están saliendo muchos jugadores.

¿Se lo imaginaba a principios de la temporada

Bueno. Aunque renové el año pasado y entrenaba la primera plantilla, sabía que podía haber salido de Osasuna cedido a otro club. Pero le dije a Ángel (Martín González) que no, que mi intención era seguir esperando tener un buen año en el filial. Y así ha sido, gracias a mis compañeros por supuesto, ya que sin ellos no habría logrado los goles que anoté. Siempre tienes la duda al arriesgarte, de saber si has acertado, pero sabía que esta oportunidad no la podía dejar escapar. Estoy en un club muy bueno para crecer y siendo joven me queda mucho margen de mejora.

¿Cuántos goles ha anotado esta temporada?

Catorce, que jugando en banda es un registro muy bueno.

¿Ha sido su mejor marca?

Sí, porque hasta ahora eran los siete que marqué en el primer año en el Promesas.

¿Cómo definiría su juego?

En el campo soy un jugador muy decidido, con una forma de jugar definida. Al principio de temporada me dijeron que en ataque tenía muchas cosas buenas con balón, pero que se echaba en falta que metiera goles. He trabajado para lograrlo y no cabe duda que entrenar con el primer equipo mejoras muchísimo. Los números están ahí y siendo un jugador de banda son complicados.

¿Cómo llegó Javier Annunziata a Pamplona?

Llegué hace tres años justos. Comencé en el Tenerife, con 19 años tuve un año muy bueno, lo que me permitió jugar en el equipo de Tercera y alternar con la primera plantilla. Me ofrecieron una renovación que nosotros no veíamos bien, decidimos esperar y durante la temporada me pasó factura porque dispuse de muy pocos minutos. Osasuna ya se había puesto en comunicación con mi representante y aunque había alguna opción más, ni me pensé. No conocía de Pamplona más que Sanfermín. Sabía que era un sitio difícil para mí, en el norte y con una climatología muy diferente a lo que había vivido.

¿Qué le dio más miedo: el club, la ciudad, los inviernos complicados o la distancia con su gente?

De todo un poco. Irme de casa, donde siempre había estado con mis padres, fue muy complicado, muy difícil. Al llegar tuve la suerte de coincidir con Andrés Fernández, que conocía por haber jugado en el Tenerife, y que me ayudó a conocer el club, la ciudad. Soy una persona tímida, a la que le cuesta relacionarse al principio, y me costó mucho, pero el club siempre estuvo muy encima, me ayudaron mucho, pero ya sabía que iba a ser difícil para un chico canario de 19 años irse al norte.

¿Cómo lleva lo del frío?

(Se ríe). Mejor. El primer año sí que lo pasé mal. Hizo mucho, mucho, mucho frío y llovió mucho. No podía ni salir a la calle, pero en los dos años siguientes no ha hecho tanto. De momento lo llevo bien.

¿Tuvo dudas en ese primer año?

Sí, hubo muchas tarde que me pegué llorando en el piso que tenía alquilado. Era un crío, estaba solo y me decía que me faltaban muchas cosas para llegar. Dudaba si volver a casa o no, pero luego pensaba que tenía una oportunidad única y que no la podía dejar escapar. Pienso que en esta vida todo esfuerzo tiene su recompensa y a mí me ha llegado en este momento. Ahora miro para atrás y pienso que menos mal que no tiré la toalla porque no habría llegado adonde estoy ahora.

¿Cree que el cambio de entrenador ha tenido algo que ver en la decisión de pasar al primer equipo?

Lo que está claro es que tenía mi contrato profesional mirando hacia el primer equipo. Uno de los podía decir algo era el director deportivo, pero Mendilibar era el que tenía la última palabra, porque si él no me ve o no confía en mí era difícil que siguiera, pero el entrenador me dijo que confiaba en mí, que tenía margen de mejora y lo que ahora es trabajar en la pretemporada y demostrarle que puedo ser uno más para pelear por un puesto o por algún minuto. No es un técnico que mire las etiquetas o las edades de los jugadores: con él, el que trabaja y cumple tendrá el premio de participar y jugar. Ahora depende de mí.

No será fácil que olvide a Camacho, el entrenador que le llevó al primer equipo, pero seguro que no olvida su debut en Osasuna?

Fue un día muy importante para mí y la verdad es que lo recuerdo bastante bien. Me levanté para ir a entrenar, no sabía si iba a ir convocado ya que siendo un partido de Copa podían tener su oportunidad otros jugadores y al ver mi nombre en la lista me llevé una gran sorpresa. Muy grande. Era el primer paso para mi supuesto debut y el día se me hizo largo. Tuve la suerte de que Damiá, con el que me llevo muy bien, me dijo que me fuera a su casa. Los consejos que me dio me tranquilizaron, pero tenía un cosquilleo por dentro ante la duda de saber si iba a tener mi oportunidad o no. Damia siempre ha estado muy pendiente, comparto muchas cosas con él fuera del campo, tenemos una vida similar. Recuerdo que tras la comida en el hotel y la siesta, y luego fuimos al campo, en la gua gua, como siempre había soñado al ver la gente, el ambiente. No estaba acostumbrado y para mí fue muy bonito. Cuando entré al vestuario y vi mi camiseta colgada me emocioné. Nunca había tenido esa sensación y al comienzo de la segunda mitad Camacho me dijo que calentara. En la banda la gente me empezó a gritar, a animar, fue muy bonito.

Seguro que cuando esperaba la salida de su compañero para entrar el campo pensó: lo he conseguido.

Pensé en muchas cosas y pensé en mucha gente, sobre todo en mi familia, en mis padres sin cuyo apoyo nunca lo hubiera conseguido. Les tengo que agradecer todo. Cuando entré en el campo ya me olvidé de todo y me centré en aprovechar mi oportunidad.

En el partido de su debut había sobre el césped un montón de canarios, como Valerón, Aythami o Manuel Pablo, ¿le ayudó en algo?

Sí, encima Manuel Pablo es muy amigo de mi vecina de Tenerife y sabía que estaba convocado para este partido. Al final del partido me dijo que se dio cuenta cuando salí al campo y para mi fue muy especial que una persona que ha dado tanto al fútbol me marcara. Luego me felicitó, me dijo que tenía que seguir trabajando, que esto no había hecho más que empezar, y se ofreció para ayudarme en todo lo que podría necesitar. Son detalles que dicen mucho de una persona.

Que paradojas tiene la vida, Manuel Pablo ahora en Segunda y usted en Primera.

Cuando me enteré tras el partido contra el Villarreal que el Deportivo era el equipo que descendía me dio mucha pena por Manuel Pablo y Valerón, que son de la tierra, por el Dépor y también por el fútbol, por los muchos años que llevaban en Primera División. Confío en que volverán pronto.

¿Le resultó complicado, en el tramo decisivo del campeonato, el hecho de tener que compatibilizar la tensión del primer equipo durante los entrenamientos?

Faltando tres meses para el final de la temporada parecía que todo estaba hecho, pero luego se complicó todo. Lo bueno que ha tenido Osasuna es que el vestuario siempre ha permanecido unido, nunca ha habido problemas dentro y eso es fundamental en un equipo en la situación en la que estábamos. Había nervios e intensidad, claro, y se notaba en los entrenamientos.

¿Cómo vivió la destitución de Camacho?

Me cogió de sorpresa pero tuve la fortuna de poder despedirme personalmente de él y darle las gracias por la oportunidad que me dio. Nunca se sabe si con otro habría debutado antes o después, pero fue él en primero en confiar en mí. Espero que con Mendilibar también tenga esas opciones.

¿Cree que le puede ayudar el hecho poder centrarse en el primer equipo y olvidarse del Promesas?

Para mí el Promesas es una etapa de mi vida que he quemado, quiero darles las gracias a todos mis compañeros, porque sin ellos no lo hubiera conseguido, y a mi entrenador, pero ahora quiero centrarle en el primer equipo. Voy a pelear como el que más.

Teniendo en cuenta que el año pasado ya hizo la pretemporada con el primer equipo, en éste todo le resultará más familiar.

Me va a venir muy bien porque ya conozco cómo es esto, la forma de trabajar.