El protagonista y quienes interpretan la historia del Athletic no se ponen de acuerdo. Jones repite mil veces que en aquella época (finales de los años cincuenta), en el equipo de su ciudad "solo jugaban futbolistas vizcaínos", lo que explicaría también que otro coetáneo, José Eulogio Gárate, nacido en Buenos Aires pero de familia enraizada en Eibar, también tuviera que emigrar a Madrid. Niega la mayor: la xenofobia. Para los cronistas, sin embargo, fue el color de su piel, la sociología de la época, señala alguno, lo que le cerró las puertas de San Mamés. Sea como fuere, quien no pudo ser el primer futbolista negro del Athletic es, caprichos del destino, el primer negro que jugó de rojo en las filas de Osasuna.
una temporada en pamplona
No respondió a su fama
A principios de octubre de 1967, Jones era un futbolista de renombre que dudaba entre la retirada y forzar una segunda oportunidad. Al delantero que dejó escapar el Athletic, lo rentabilizó el Atlético de Madrid durante ocho brillantes temporadas (1959-67), en las que ganó Liga, Copa y Recopa, marcando medio centenar de goles en competiciones oficiales.
En esas mismas fechas, Osasuna era un club que buscaba su asentamiento institucional y deportivo. Anclado en la Segunda división, había vendido al Barcelona a su mejor futbolista (Pedro Mary Zabalza) y devuelto a Beci al Deportivo; buscaba jugadores cedidos que reforzaran su debilitado medio campo y había iniciado el traslado de San Juan a El Sadar, lo que al final, parece, también fue un hándicap en la caída de los rojillos al pozo de la Tercera división.
Buscando refuezos, los caminos de Jones y Osasuna convergieron. Las negociaciones, que abarcaron casi un mes, dieron para un culebrón venezolano. El delantero se dejaba querer mientras exponía que barajaba ofertas de Sevilla y Las Palmas, entonces ambos en Primera división. Durante tres días, del 19 al 21 de octubre, los periódicos de la ciudad ponían hora a la firma del contrato. Pero aduciendo motivos personales, un viaje en avión de su esposa a Bilbao e incluso desorientación en la carretera que le conducía de Madrid a Pamplona, el acuerdo tardó. Finalmente, el día 21 hubo arreglo: 350.000 pesetas en concepto de fichaje, aparte primas y sueldos. En total, cerca de 700.000 pesetas, aunque otras fuentes, como la agencia Alfil, difundieron entonces que el montante global rozaba las 900.000 pesetas.
Miguel Jones pasó a ser el futbolista mejor pagado de una plantilla en la que encontró, entre otros, a Julio Santamaría, Javier Ederra, Alfonso Fanjul y Jordana, junto a José Rodés, García Castany, Ricardo Escolá y Más.
Justito de forma, Jones debutó con Osasuna el 29 de octubre, en el campo del Europa (3-0). "Jones se presentó bajo de forma y excesivamente precavido", recogen las crónicas. "El esperado debut de Jones fue una desdicha más", escribió otro. Él mismo recordaba después del partido que había acusado su larga inactividad desde el último partido oficial, disputado en el mes de mayo.
Salvo en contadas excepciones, el rendimiento del delantero en los diez partidos de Liga en los que intervino (marcó dos goles) mantuvo esa tónica decepcionante. "No dio el resultado esperado", resume su entonces entrenador, Miguel Blanco, siempre discreto cuando habla de la intrahistoria. "Conmigo se portó muy bien", concede como valoración personal.
Blanco había reemplazado a Julio Martialay después de esa derrota ante el Europa. El técnico destituido se despachó a gusto contra la directiva: "Presenté a la Junta una lista de diez refuerzos y sólo me trajeron a Jones".
Un mes después de su presentación, el delantero pasó de ser un refuerzo a ser un problema. Blanco declaraba que "Jones y Fanjul son incompatibles" y, a renglón seguido, un periodista se preguntaba: "¿Se puede saber quién y por qué se fichó a Jones?". Incluso llegó a publicarse que su alineación había sido impuesto en algún partido por la directiva.
En este estado de cosas, a primeros de enero de 1968, Jones se quejaba en la prensa de que "no me han dado confianza" e incluso aseguraba que "me apartaron del equipo por una falsa gripe". La rumurología, mientras, decía que en el vestuario había dos bandos, los navarros y los catalanes, y que a Jones le hacían el vacío por su elevada ficha. Él lo negó.
Con la temporada concluida y Osasuna en Tercera, García Castany hacía balance y resumía así la aportación de su excompañero: "Jones no se adaptó al fútbol de Osasuna, el público le negó su confianza y su moral decayó en forma tal que se puede decir que su rendimiento no fue el esperado".
Jones colgó las botas.