javi Gracia se sentó en el banquillo de Osasuna en la cuarta jornada de Liga, después de tres encuentros sin sumar con José Luis Mendilibar, y en los 35 partidos que ha estado al frente del equipo ha sumado 39 puntos que no han sido suficientes para que el equipo repitiera una permanencia -el objetivo único y primordial en los últimos años- y se quedara en la Primera División. El periodismo ficción, el fútbol ficción mejor, especulará acerca del incremento o no de las opciones de salvación de haber dirigido al equipo desde principio de temporada -como se le podrán dar a Mendilibar las suyas de haber continuado hasta el final-, pero el trabajo abnegado del técnico no ha llevado a buen puerto al equipo y, como pamplonés, le duele todavía más haber participado en la defunción en su aparición por aquí.

Javi Gracia se marcha de Osasuna tras haberse ganado una merecida fama de entrenador muy trabajador, capaz de tener editados vídeos de todo tipo para información de los suyos, y de enfrascarse con la plantilla en entrenamientos eternos, mimando táctica y estrategia, ofreciendo propuestas distintas según los rivales -los futbolistas han hablado de la riqueza que les ha ofrecido el técnico con estas soluciones diferentes para cada choque-. Después de unos comienzos dubitativos, más o menos irregulares, Gracia supo encauzar el ritmo del equipo, fue sumando buenos resultados, antes de llegar al culmen del rendimiento y de las prestaciones con la victoria inapelable frente al Atlético de Madrid, ahora campeón de Liga, por un 3-0 colosal, Osasuna había enseñado también sus dotes con sendos empates en casa ante Barcelona y Real Madrid.

A Gracia, sin embargo, se le fue cayendo el equipo después de aquél triunfo ante los colchoneros y de los últimos 39 puntos posibles, solo ha conseguido diez. Los tres logrados con el Betis, a la postre, inservibles. En estos partidos fatales para el descenso, Osasuna se ha mostrado falto de carácter y no al nivel competitivo que se esperaba. El Osasuna de siempre, el que sabe moverse en los momentos cruciales, no ha aparecido por ninguna parte. Al entrenador le ha pesado como una losa la secular falta de gol de su equipo, en la que ni el acierto casi continuo de Oriol Riera (13 goles) tampoco ha sido suficiente para evitar el fiasco.