pamplona - Martín vuelve a asumir la responsabilidad de salvar a Osasuna por tercera vez en su trayectoria como entrenador. Ya lo hizo como futbolista, marcando los dos goles al Racing en el último y decisivo partido por la permanencia en Primera división en aquel improvisado y redentor triangular que puso colofón al curso 1986-87. En el banquillo, no le acompañó su buena estrella cuando sustituyó a Zabalza en la temporada 1993-94, cerrada con el descenso después de catorce años en la élite. Más difícil todavía era enderezar el rumbo en las cinco últimas jornadas de la temporada 1996-97. Entonces, la distancia con la línea que marcaba la salvación era de seis puntos. Lo consiguió en un hecho sin precedentes que pervive en la memoria de los aficionados. Ahora, Osasuna depende de sí mismo. Así las cosas, el problema no es hoy tanto de puntuación como del perfil de la plantilla con la que va a trabajar, en la que es difícil encontrar coincidencias positivas con el grupo al que Martín convenció de que el milagro era posible.
La plantilla
Jóvenes, valientes y decididos
La revolución de Martín comenzó por darle la vuelta a la mitad del equipo. El once que saltó al campo del Badajoz tenía cinco novedades respecto al que la jornada anterior fue goleado en El Sadar (0-3) por el Atlético de Madrid B. Al margen de motivaciones, los cambios daban forma a la columna vertebral de aquel equipo. Entraron el portero López Vallejo; los defensas Mateo, Orbaiz e Iban Pérez; los centrocampistas Palacios y Nagore; y, sobre todo, el futbolista que marcaba las diferencias: Tiko. La elección no era casual: Martín conocía a muchos de ellos desde críos y sabía lo que podían darle y hasta donde podía forzarles. Lo que para otros entrenadores sería un handicap, para Martín era un as en la manga: eran jóvenes (el mayor, Yanguas, tenía 24 años y el más joven, Orbaiz, 18), valientes (asumieron la responsabilidad sin tapujos) y decididos (la mayoría de ellos hicieron luego una brillante carrera profesional). En Girona, Mateo alineó a dos futbolistas de 34 años (Nekounam y Nino) en una formación con una media de edad de 27 años y en la que solo estaban por debajo de esa franja Cedrick (23), Loé (26), David García (20) y Jose García (18). Muy pocos jóvenes y mucha gente que ya está de vuelta.
La filosofía
Cantera y después más cantera
Los números cantan. Martín afrontó el reto con diez chicos de la cantera (nueve navarros y el riojano Morales) y el delantero vizcaíno Bolo. El equipo que no dio la cara en Girona tenía cuatro canteranos en el campo, dos ya maduros como Oier y Javier Flaño. Para Martín, el handicap es que aunque la plantilla hoy cuenta con varios chavales, su protagonismo ha ido a menos desde que participaron en la mejor racha del equipo. Merino y Olavide cada vez han contado menos y la presencia de Álex Berenguer ha sido intermitente. Merino, señalado como futbolista franquicia en verano, ya no sabe qué papel juega en el equipo.
El perfil
Futbolistas con carácter
El Osasuna de hoy es un equipo plano. En aquel grupo tampoco había que dar muchas explicaciones a jugadores como Lacruz, Yanguas, Mateo y Nagore para que en la disputa de un balón dividido el adversario supiera que los de rojo metían el pie con más fuerza. Si hay algo difícil es cambiar el temperamento de un futbolista porque con el temperamento se nace, no se entrena.
La figura
Un toque de distinción
Lejos de la dinámica de la motivación, del fútbol de rompe y rasga, aquel Osasuna disfrutaba de la improvisación y el ingenio de Tiko, que de la noche a la mañana, con 20 años, se vio aupado al estrellato. No le pesó; y tampoco a Orbaiz, que pese a sus 18 años jugaba con la templanza de un veterano. Hoy, el futbolista desequilibrante no existe y parece complicado inventarlo.
El líder
Palacios, el capitán ejemplar
César Palacios. “A mí el pelotón que los arrollo”. ¿Quién tiene esa autoridad en el campo por comportamiento, minutos de juego y rendimiento? Nadie. Osasuna carece de un líder y se nota, vaya si se nota. Palacios, sin gestos grandilocuentes, era indiscutible: lo daba todo y además marcaba goles decisivos, como ante Mallorca y Levante. Era indispensable e insustituible entonces. ¿Hay algún elemento en la actual plantilla que pueda reivindicar los mismo?
La clave táctica
Un 9 de referencia
No marcó ningún gol en ese tramo decisivo, pero Martín confió en Bolo como delantero de referencia, un tipo robusto, que fijaba centrales, abría espacios y generaba segundas jugadas. Tampoco ese futbolista está en nómina, aunque todo apunta a que si es factible un fichaje, el perfil del atacante sea lo más parecido a Bolo. Importante, pero muy poco para rematar un segundo milagro...