Pamplona - Aunque los actos oficiales de homenaje a Osasuna estaban preparados para ayer por la tarde en diversas ubicaciones emblemáticas de Pamplona, ni jugadores ni aficionados perdieron la primera oportunidad de celebrar el ascenso. Lo hicieron juntos, a las 5.30 horas de la madrugada del sábado al domingo y en la Plaza del Castillo, donde miles de hinchas del conjunto rojillo recibieron a la expedición del equipo, que se desplazó directamente (eso sí, con alguna parada técnica) desde Girona hasta el centro de la capital navarra para festejar un éxito sin precedentes. Y es que Osasuna certificó en Montilivi su séptimo regreso a Primera, pero se convirtió en el único equipo que hasta la fecha lo ha conseguido terminando la Liga regular en la sexta posición y ganando los cuatro partidos del play off.

Jugadores y entrenadores no dudaron en bajarse de su autobús, estacionado frente al Palacio de Navarra, para mezclarse con la afición en una abarrotada Plaza del Castillo. Eufóricos, tanto los miembros de la plantilla y del cuerpo técnico como la hinchada, la fiesta resultó terrible por la gran cantidad de gente que se congregó allí a tan intempestivas horas de la madrugada y por el cariño que intercambiaron futbolistas y seguidores.

Los jugadores, escoltados por Policía Foral y Municipal, tomaron el kiosco para escuchar los vítores de su hinchada y también para mezclar sus voces con las de los aficionados, incluido un Martín que, cobijado por la gran mayoría de su plantel (algunos se subieron a las barandillas), se pegó un par de bailes en la noche más larga. Una noche iluminada por las bengalas y por el éxito de Osasuna, que vuelve a ser de Primera.